jueves, 26 de enero de 2012

Y llovieron viejos. Acerca de la gerontología

Sala - Y Llovieron Viejos

jueves, 19 de enero de 2012

Beneficios organísmicos de la contemplación

El psicólogo Amador Vega nos informa sobre los beneficios organísmicos de la contemplación según los estudios del Doctor Peter Finkler[1], ellos son:


Efectos fisiológicos
-Reducción de la tasa metabólica a 25-30%.
-Reducción del consumo de oxígeno total en 20%.
-Reducción de la frecuencia respiratoria de 12-14 a 4-6 respiraciones por minuto.
-Aumento cuantitativo de las ondas alfa en el E.E.G
-Aparición de las ondas Zeta.
-Reducción de la presión arterial a una media de 20% en los pacientes hipertensos.
-Gran aumento (hasta quintuplicarse) de la resistencia cutánea.
-Modificaciones del PH y del bicarbonato de sodio en la sangre.
-Reducción en la producción de uropepsina.
-Disminución del flujo cardíaco de un 25%.

Efectos psicológicos
-Mayor capacidad intelectual y aumento de la energía u de la eficacia en cualquier tipo de actividad.
-Mayor capacidad de reacción psicofísica.
-Mayor calma y serenidad.
-Sensación y sentimiento de mayor prudencia en la vida cotidiana.
-Aumento de la capacidad creativa, de la productividad inventiva, del discernimiento, de la intuición y de la concentración en las actividades profesionales.
-Atenuación de síntomas de algunos condicionamientos corporales, insomnio, hipertensión, migrañas, dolores crónicos entre un vasto repertorio.
-Mejor movilización de los recursos corporales para afrontar circunstancias intensas, como accidentes, monotonía sensorial, infortunios.


Amplia Vega:

A medida que el ritmo de los ciclos cerebrales disminuye, las células nerviosas trabajan más sincrónicamente. Cuando el ritmo se reduce a nivel de 7 a 14 ciclos, decimos que la persona se encuentra en estado alfa, y entonces el individuo adquiere una progresiva claridad mental para alcanzar un tranquilo relajamiento psicofísico que se irradia desde su conciencia interior hacia la periferia del cuerpo. En ese momento, la mente se sumerge en un estado de vigilia subconsciente impregnado de una sensación intensa de gran tranquilidad de espíritu, de profunda paz y de puro gozo por esta maravillosa fruición psicológica. Semejante estado de espíritu favorece extraordinariamente la integración y equilibrio psicobiológico.

La oración contemplativa nos proporciona una mayor coherencia de la persona, poder de concentración, capacidad intuitiva y confianza en sí mismo; porque todas las energías psíquicas convergen en un objeto hondamente sentido y asimilado.

Las últimas investigaciones aportan los siguientes datos:

El proceso que hemos detallado permite recuperar la energía de la percepción pura, lo cual posibilita acceder al sexto sentido, como llaman los maestros orientales a la conciencia expandida.

Es decir, la que gracias a la actualización de todos los sentidos emerge liberada, los totaliza y posibilita la atención flotante, la visión perspicua y la completa disponibilidad para la acción estratégica desde el vacío, la que posibilita combatir en la niebla o gozar en las borrascas.

Como todos sabemos no se puede probar el sabor de una deliciosa comida leyendo la receta, por ello debemos ir directamente a la práctica.





En nuestro perturbado mundo, practicar zazen significa volver a la verdadera dimensión del ser humano y reencontrar el equilibrio fundamental de la propia existencia.
Taisen Deshimaru





Arturo Emilio Sala


NOTAS
[1]Finkler, P. Cuando el hombre ora. Madrid, Ed. Paulinas, 1981. Cabe señalar que en los últimos años las investigaciones médicas son cada día mas numerosas y con un alto nivel, publicadas en las principales revistas internacionales del campo biomédico. Se puede solicitar información bibliográfica referida a los últimos estudios en el campo biomédico a este blog.

martes, 17 de enero de 2012

Meditaciones sobre lo bello, lo bueno y lo eficaz.

Estatua de Giordano Bruno
Considero que ante lo traído hasta aquí hace falta ejercer un cuidado y una práctica que debe contener y sustentarse en un cierto heroico furor,[1] como lo denominase Filippo Bruno; nacido en Nola a comienzos de 1548 y que adoptará el nombre de Giordano al vestir el habito de los dominicos en Junio de 1565. Huirá del convento de su orden en Nápoles para llevar vida de prófugo, vagando siempre por las fronteras de Europa y orillando límites prohibidos en su época.

Encontró casi siempre actitudes intolerantes por parte de católicos y protestantes, manteniendo así un estado de exilio permanente hasta su ejecución en la hoguera el sábado 19 de febrero de 1600 en el Campo dei Fiori en Roma.

Esperamos que el camino que intentó trazar nos permita recuperar, como él lo intentó, la práctica activa de la responsabilidad recíproca a través de la cual podamos pasar, gracias a una filosofía del amor, a una moral práctica, según sus propias palabras.

Heroico por saber que el cuidado del amor y del bien nunca será definitivamente conseguido en su plena manifestación; es que la existencia está asediada por la adversidad y sabemos que en ella empolla sus huevos Satanás.

El furioso o vitalmente comprometido heroísmo será tal por afrontar, con sabiduría, esa natural ambigüedad humana y reafirmarse en preservar las sutiles, débiles, perseverantes y vigorosas tramas del bien en los cambiantes sucederes de la vida.

Los hombres somos nautas navegando vastos océanos, entre impermanencias e incertidumbres, en los que preceptos y prohibiciones son como líneas de espuma, algunos, y como la Cruz del Sur, la Osa Mayor y la Constelación de Orión otros. Vamos viviendo al navegar límites, que se establecen y se destruyen como arrecifes coralinos en mares surcados por los fuegos.

El spiritus transformado, en y por el amor, actuará –según Bruno– sobre todos los seres vivos y permite que cada uno de ellos cumpla con los ciclos del ser. Dirá el Nolano que el amor por ser vinculorum vinculum le permite al sujeto salir de sí mismo para entrar en activo contacto con la totalidad natural.

Encontramos aquí el lugar de validación del Principio de Responsabilidad que nos propone Hans Jonas, sólo que enraizado en el extremo pasado y no proyectado como posibilidad hacia el futuro según su propuesta. En su Ética para la civilización tecnológica él sustenta la responsabilidad en la heurística del temor, podemos compartirlo si entendemos a éste como un inhibidor de la confianza y un reforzador de los procesos de atención y reflexión flotante.

Sobre este particular Zambrano ha escrito:

Mientras hay vida hay esperanza, se dice en castellano. Y la misma desesperación, a fuerza de agotar los conflictos hasta su último fondo, encuentra el camino. Lo peor es retroceder, fatigarse a la mitad, dejar el combate. Y hoy ha de ser más duro que nunca, más encarnizado, más peligroso, porque hay que ir deprisa. No nos esperan, y las sirenas, las múltiples sirenas del terror, siguen sonando, en el sentido mítico y en el real. Pero aun en medio del terror el amor no se resigna. […] Y es que el amor no se calma con fantasmas. Tiene hambre de realidad de presencia y figura, de íntegra claridad de entendimiento.[2]

De tal manera recuperar la práctica activa del amor, en la forma de la compasión que posibilita una clara comprensión libre de dualidades, y otras maniqueas intolerancias, habilita el ejercicio desinteresado del servicio al cuidado del frágil bien.

Charles Taylor destaca la falta de atención que tiene en la actualidad la cuestión del bien, lo que no hace más que exponer su fragilidad. Gran parte de la filosofía moral contemporánea, sostiene, ha enfocado la moral de manera más que estrecha, centrando su atención en las acciones correctas, antes que en el planteo de la bondad del ser. Se han esmerado más en definir los contenidos de las obligaciones, que en ampliar y profundizar qué se entiende hoy por la buena vida. No han dejado, en consecuencia, espacio conceptual para profundizar la noción de bien como objeto de nuestros desvelos o como privilegiado eje de nuestra atención o voluntad.[3]

La responsabilidad puede ser tal, en tanto sea sacada de los encorsetados esquemas abstractos desde donde es generalmente declamada. Su ejercicio sólo podrá darse a través de una acción recíprocamente consensuada. Donde se hayan explicitado o aclarado las características o alcances de la responsabilidad, a efectos de no confundir una necesaria intervención, con una innecesaria interferencia que alterara el fluir de la esponsabilidad al frustrarla, inhibirla o cancelarla. Si es tal no es ni amorosa ni atenta, es totalitaria.

Tal atención se alcanza para las tradiciones de sabiduría oriental, en especial para el budismo Zen, mediante la actualización de los cinco sentidos, con ellos en acción en el aquí y ahora emerge el sexto, es decir, la conciencia, como campo de integración y expansión de la totalidad del ser. Desde allí, la percepción abierta a la intuición posibilita la generación de conceptos concretos, que se pueden expresar en acciones puntualmente precisas e instantáneas. Con tal percepción, percibo lo cercano y con tal intuición intuyo lo distante.

De esta manera, me encuentro plenamente situado aquí, desde donde puedo liberarme o descondicionarme de respuestas condicionadas por el raciocinio, el dualismo esquematizante e inactivador, de las falacias de lo mío, quiero, tengo, y de los cinco obstáculos o gogai, literalmente: las cinco tapaderas, representadas por las producciones mentales del deseo, la cólera o intolerancia, la apatía o desinterés, la excitabilidad y la duda, o vacilación escéptica. En estos territorios arraigan los pensamientos envenenados, que son tales en primer lugar por no nutrir e impedir la posibilidad de hacerlo.

El estar en situación me abre a la razonabilidad, a la comprensión profunda, y se actualiza el aquí. Estado de reflexión flotante y fluyente desde donde es posible, también el comprehender. El ideograma chino esuru hace referencia a darse a conocer conjuntamente para crear la posibilidad del entendimiento a través del encuentro.

Keiji Nishitani
El maestro Zen y filósofo de la Escuela de Kioto[4], Keiji Nishitani –discípulo de Kitaro Nishida en Japón y de Heidegger en Alemania– agrega la importancia de la apropiación o tainin, cuyo kanji japonés hace referencia a un entendimiento encarnado.[5]

Entendimiento real como opuesto al meramente especulativo, es decir, un conocer basado en la experiencia. La apropiación encarnada, sensorio-motrizmente organizada y corporalmente soportada, constituye la clave de bóveda de una experiencia cognitiva situada realmente en el mismo plano de inmanencia, en el cual el otro realiza su experiencia del dolor, del terror o del anhelo. Este concepto de apropiación es en cierta medida semejante al de sustitución en Lévinas.

Esto encontraría su correlato en la práctica Zen en el olvidar el yo en el acto de unirme con alguien, o con algo. La práctica activa y cotidiana de este tipo de comportamientos posibilita lo que en sánscrito se conoce como paravritti–vijñana, en japonés tenshiki y en griego metanoia. Es así como la compasión se expresa a través del servicio en términos de cuidado, bellamente descripto por Tzvetan Todorov:

He dado el nombre de cuidado a la acción moral por excelencia, una acción mediante la cual un yo toma por objeto el bienestar de uno o varios tú […] He retenido como decisiva la categoría tener por objeto el bien de una persona, o de varias de preferencia a cualquier otra.

Todorov profundiza lo anterior:

Corresponde, pues, a nosotros, en nuestras existencias tranquilas reconocer esos actos de dignidad, de cuidado, de espíritu, valorarlos, impulsarlos más de lo que es común habitualmente, puesto que, aún estando al alcance de todos, representan uno de los logros supremos de la especie humana, y se tiene mucha necesidad de ellos en un mundo amenazado como el nuestro. […]. Si se hace el bien en los campos, no es ciertamente por sentido del deber. Todas las obligaciones interiorizadas que provengan de […] decisiones de la razón se estrellan ante la presión de las circunstancias.[6]

Tzvetan Todorov
Esta práctica de la compasión entendida desde donde lo venimos trayendo, lejos está de la mera empatía, como también de la caritas, producto de un loco deseo centrado en un ego que se santifica en sus buenas acciones.

Cuenta Kitaro Nishida que el Papa Benedicto XI le pidió al Giotto, formado en la tradición bizantina, que le mostrase alguna obra en la que le pudiese testimoniar sus habilidades como pintor. Este simplemente toma un pincel y traza un círculo.[7] Nishida sostiene: En moral debemos esforzarnos por alcanzar el círculo de Giotto.

Veamos a qué se refiere el maestro. Al respecto, el pintor chino Shen Zongqian de la dinastía Qing (s. XV) le enseñaba a sus alumnos:

El universo está hecho de alientos vitales y la pintura logra su excelencia sólo cuando los alientos que emanan del pincel-tinta se armonizan para fundirse con los del universo. Surge entonces una vía coherente a través del desorden aparente de las cosas.
Es que la pincelada única es a la vez una y múltiple, a través de ella se venera la receptividad:
La pincelada única abarca la universalidad de los seres; la pintura resulta de la recepción de la tinta; la tinta de la recepción del pincel; el pincel de la recepción de la mano; la mano de la recepción del espíritu: al igual que el proceso en que el cielo genera lo que la tierra luego lleva a cabo, todo es fruto de una recepción. Así, lo más importante para el hombre es saber venerar: pues aquel que no sepa venerar los dones de sus percepciones se desperdicia a sí mismo sin provecho alguno.[8]

En este sentido receptividad es equivalente de transferencia. Y aquí se nos impone el tema del vacío gracias al cual se obtiene unidad y totalidad. Él yace a la vez en el origen y en el seno de cada cosa, el movimiento circular con que se lo expresa introduce el movimiento circular que limita y enlaza al sujeto con el espacio originario.

El modo de apoyar el pincel, y su particular manera de ser construido con un mango de caña y por diversas capas de pelos de osos, ciervos y cabras, cada uno de los cuales posee una manera particular de absorber la carga de tinta permite jugar con el fondo blanco del papel, los negros y los grises de variadísimas valoraciones y sobre todo con el vacío que habla y sugiere al soportar las pinceladas que bailan, se mecen, susurran y entremezclan luces y sombras, que pareciesen imposibles de ser contenidas por el papel.

Las obras que de tal interacción surjan reflejan la muerte del ego del artista y proyecta la vívida comunión directa con la naturaleza interior de las cosas, sin mediaciones deformantes. Artista, pincel, tinta, trazos, papel, agua, son uno en la captación directa de la realidad. Ello se denomina muga que quiere decir no-yo. Este estado de no intervención consciente surge espontáneamente, sin esfuerzo; es el vigor del paisaje que se imprime a través de la despojada disponibilidad.

Podríamos decir que el yo del artista se encuentra en el vacío del mango de bambú y donde la aparente inmovilidad del tiempo es producto de la vívida plenitud del estado global de vaciedad.

Es que el vacío al introducir discontinuidades y reversibilidades en un sistema determinado permite que las unidades componentes del mismo superen la oposición rígida y el desarrollo de efectos de sentido lineales.

Paradojalmente la vacuidad permite un florecimiento simbólico de las tramas intersubjetivas y una fertilidad de caminos abiertos tanto a la nada como a la totalidad. El vacío es la condición de posibilidad de la plenitud, de la totalidad del hombre, totalidad del universo, solidarios siendo en verdad una sola cosa. Como nos lo demuestran los bucles de genoma envolviendo desde los comienzos proteínas con enzimas.

Entonces el Giotto, tal vez, le quiso decir al Papa que en la nada se halla la base de todas las existencias. Le debe haber agradado a Benedicto la vigorosidad del trazo y quizás no entendió esa luminosa idea del oriente, que sin duda en Bizancio sí se la conocía.

El cuidado y la compasión con todos los seres arraigan en la noción de vacío, vacuidad o en sánscrito sunyata. Nishitani dirá entonces:

El campo de sunyata es un campo cuyo centro está en todas partes. Es el campo en que cada cosa –como un centro absoluto, poseída de una individualidad absolutamente única– se manifiesta como es en sí. Decir que cada cosa es un centro absoluto significa que dondequiera que una cosa sea, el mundo mundea. Y esto, a su vez, significa que cada cosa, por estar en su propio terruño está en el terruño de todos los seres, y a la inversa, que al estar en el terruño de todos, cada uno está en su propio terruño.[9]

Precisará más adelante:

Todos los seres están aquí en su propio terruño, tal como son en sí mismos; y ahí también todos son uno. De aquí que el punto de vista en el uno se vea a sí mismo en los demás y ama al prójimo como a uno mismo implica que el yo está en el fundamento del otro, en la nada del yo e implica que el otro está en el fundamento del yo en esa misma nada. Sólo cuando estos dos son uno en una relación de interpenetración y de reciprocidad total (egoteki) tiene lugar este punto de vista. Si esto es lo que quiere decir el amor al prójimo como a uno mismo, entonces el campo donde ese amor actúa no es simplemente el de amor del prójimo, un amor entre los hombres; sino que debe ser un campo de amor hacia todos los seres vivos, incluso hacia todas las cosas. Nunca debe dejar de ser un campo donde el propio hombre pueda permanecer.[10]

Aitken Roshi se pregunta:

¿Cómo actualizamos la unidad con todos los seres? Mediante la responsabilidad, la capacidad para responder, como sucede con el trébol. Cuando cortamos el trébol, sus raíces mueren y liberan nitrógeno, y así se enriquece el suelo. Los gusanos de tierra florecen en el rico suelo y depositan más nutrientes; caen nuevas semillas que echan raíces, maduran y alimentan a otros organismos. El trébol no piensa en la responsabilidad, y tampoco lo hizo Sakyamuni; él se limitó a levantarse de su asiento y salir en busca de sus amigos.[11]

Sí, el bien es frágil y hace falta un cierto heroico furor Bruniano para:

Ver un mundo en un grano de arena
Y un cielo en una silvestre flor.
Sostener el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Como lo pudo hacer William Blake, en Auguries of Innocence.

Sí, el bien es frágil y hoy se requieren esfuerzos heroicos para no abandonar el activo ejercicio de la compasión, expresada en atento servicio al prójimo, actualizando y expandiendo las obligaciones que deben unirnos frente a los asedios del desamor.

Sí, hoy hace falta un cierto y heroico coraje, y también recordar a Paul Ricoeur cuando nos dice:

Por muy radical que sea el mal, dice el mito del Génesis, la bondad es aún mucho más radical o, empleando el lenguaje Kantiano, si el mal es radical, la bondad es originaria. […] La prevalencia, en el fondo de la reflexión, de la finalidad fundamental hacia la bondad y la justicia, aseguraría que es justamente lo que preside el proyecto de mejora de la especie humana. Ese proyecto de salvar el fondo de bondad.


Arturo Emilio Sala


NOTAS
[1] Para ampliar este punto ver: Bruno, G. Los Heroicos Furores. Madrid: Tecnos, 1987. Bruno, G. Mundo, Magia, Memoria. Madrid: Biblioteca Nueva, 1997.
[2] Zambrano, M. La Agonía de Europa. Madrid: Minima Trotta, 2000, pp. 33-41.
[3] Taylor, C. Sources of the Self. The making of de modern identity. Cambridge: Harvard University Press, l989, p.3
[4] La Escuela de Kioto fue fundada por Kitaro Nishida (1870-1945) y Hajime Tanabe (1885-1962). En ella Nishitani será el tercero de una línea de filósofos de la Universidad de Kioto que revisarán la filosofía del Maestro Dogen, fundador del budismo Zen en el siglo XIII a la luz de la filosofía occidental.
[5] Nishitani, K. La religión y la nada. Madrid: Siruela, 1999, p. 255.
[6] ibid. p. 302 -303.
[7] Nishida, K. Ensayo sobre el bien. Madrid: Revista de Occidente, 1963, p. 258.
[8] Cheng, F. Vacío y plenitud. Madrid: Siruela, 1993, p.118.
[9] Nishitani, K. La religión y la nada. Madrid: Siruela, 1999, pp. 223 – 224.
[10] ibid. pp. 347- 348.
[11] Aitken, R. La mente del trébol. Ética budista en la vida diaria. México: Árbol Editorial, 1990, p.142.

domingo, 15 de enero de 2012

Práctica de la estrategia mediante el juego del Go.

El objetivo estratégico de tal juego puede definirse con el nombre de una de sus jugadas maestras, Tsuru no Sugomori, que se traduciría como: Confinar a las grullas en su nido. Ello hace referencia a lograr con gran elegancia el control total del oponente.

La práctica ha sido diseñada por “fuera” del encuadre occidental, como espacio desde el cual, lúdicamente, podamos aprender a pensar libres de las prótesis intelectuales basadas en los filosofemas condicionantes del orden, la seguridad y la estabilidad.

El aprendizaje y la práctica del Go contribuirá a la ejercitación del pensamiento lateral y a su aplicación al manejo de lo irruptivo y desconcertante.

El Go es un juego de estrategia en el que participan dos jugadores cuyo objetivo es conquistar la mayor cantidad de territorios. Algunos dicen que el tablero, con 10 puntos fuera del centro en todas las direcciones, habría sido el precursor del ábaco. Otros piensan que pudo tener relación con el I Ching como dispositivo anticipatorio, mediante caminos que señalasen las piedras negras y blancas que representan al yin y el yang. Los elementos involucrados en su arte son simples: cuadrado, recto y redondo; cuencos, piedras y madera.

El Go es un excelente modelo para generar criterios exitosos en la toma de decisiones. Siendo un combate que se libra en frentes simultáneos, requiere el desarrollo de habilidades tácticas para peleas localizadas, así como el aprendizaje continuo de destrezas en la conducción estratégica, la planificación global y coordinación de las acciones en cada frente de batalla.



Arturo Emilio Sala 



Enlaces de interés:

Link de contacto de la Asociación Argentina del Juego del Go
Tutorial para aprender a jugar al Go

Los peores combates

Son los combates contra nosotros mismos.
Luchas sin escape
aquellas en las que los contendientes
no se conocen.
La muerte es socia del tiempo,
sonríe y aguarda.


Cuenta la tradición que Takuan, un importante monje Zen, fue quien le enseñó al célebre esgrimista Miyamoto Musaschi las artes más profundas del kendo, esgrima japonesa, era tal su renombre que un día el Shogun lo manda a buscar a su templo invitado junto con un consagrado maestro de sable.

El rey de Corea le había regalado un joven y feroz tigre quien esperaba en su jaula; llegados que fueron los invitados, el Shogun le pide al esgrimista que entre en la jaula, el felino amedrentado por la postura del maestro se arrincona con la cola ente las patas y con los ojos no deja de observar la, para él, muy extraña situación.

Al abandonar la jaula el maestro de esgrima se le solicita al monje que entre. Takuan se dirige al tigre con lentitud y serenidad, se puso a rascarle las orejas, a acariciarle los belfos y ambos estuvieron jugando, gozando de un largo rato.


Arturo Emilio Sala

jueves, 12 de enero de 2012

Espacio de reflexión con T. S. Eliot

T. S. Eliot
[...]
No dejaremos de explorar
y el fin de nuestra búsqueda será
llegar a donde comenzamos
y el lugar conocer por vez primera.
Por la desconocida puerta
que recordamos, cuando lo único
en la tierra quede por descubrir
sea lo que fue el principio; en la fuente
del río más largo la voz
de la cascada oculta y de los niños
en el manzano, no buscada
y así desconocida, pero oída,
oída a medias, en la calma
que reina entre dos olas de la mar.
A prisa, aquí, ahora, siempre...
Estado de perfecta sencillez
(que cuesta todo, nada menos) y todo acabará bien
y las cosas
todas se arreglaran cuando las lenguas
de llama se entrelacen
en el coronado nudo de fuego
y sean la rosa y el fuego uno

En: Eliot, T.S. Cuatro cuartetos. Madrid: Cátedra, 1987. Traducción Esteban Pujals Gesalí. p. 159

Guijarros al agua quieta.Continuando una conversación mantenida frente a la Laguna de los Coipos


Miguel de Unamuno


I- Don Miguel de Unamuno en su obra "El hambre de eternidad" desafía a centrar todo pensar, y de suyo, toda reflexión, en:


El hombre de carne y hueso,el que nace, sufre y muere –sobre todo muere–, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere; el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano.

Agrega:

Y lo que determina a un hombre, lo que le hace "un" hombre, uno y no otro, el que es y no el que no es, es un principio de continuidad. Un principio de unidad primero en el espacio, merced al cuerpo, y luego en la acción y en el propósito.


II- Epícteto, esclavo romano y filósofo de la Escuela Estoica (100 a.C.) fue absolutamente preciso al señalar que:

Lo que alarma y perturba al hombre no son las cosas, sino las fantasías y representaciones que este entreteje sobre ellas.


III- Entre los años 960 y 1028 en Francia se funda la Escuela de Chartres que llegará a su mayor esplendor con Bernardo, el cual fijará su orientación en un gran eclecticismo, con el que da acogida a conocimientos de procedencia muy diversa, aunque como fondo doctrinal predomina el platonismo. Fueron los fundadores de la primera Univesidad Europea: la de París.

Entre sus monjes filósofos se destacó Thierry (muerto entre 1150-1155) quien en un comentario sobre "De Trinitate" de Boecio escribió:

[...]en lo divino convendrá conducirse intelectualmente y no desviarse a las imaginaciones, sino mejor ver la forma que es verdaderamente forma y no imagen.


IV- Maurice Merleau-Ponty (1908-1961), uno de los fundadores del enfoque fenomenológico cognitivo en las neurociencias contemporáneas, escribió en 1945 la "Fenomenología de la percepción", una de sus obras más importantes. En ella destaca que en el caso de las constancias perceptivas :

[...] una cosa tiene "caracteres" o "propiedades" estables, y por ello enfocaremos el fenómeno realidad estudiando sus constantes perceptivas.[...] la maravilla del mundo real estriba en que, en él, el sentido no forma más que uno con la existencia y que le vemos instalarse en ella de veras. En lo imaginario, apenas he concebido la intención de ver, y ya creo haber visto. Lo imaginario carece de profundidad, no responde a nuestros esfuerzos por variar nuestros puntos de vista, no se presta a nuestra observación. Nunca hacemos presa en él. Al contrario, en cada percepción, es la misma materia la que toma sentido y forma. Si espero a alguien a la puerta de una casa, en una calle mal iluminada, cada persona que franquea la puerta aparece un instante bajo una forma confusa. Es "alguien" que sale, y no sé aún si puedo reconocer en él a quien yo aguardo. La silueta tan conocida nacerá de esta niebla como la tierra de su nebulosa. Lo real se distingue de nuestras ficciones porque, en él, el sentido inviste y penetra profundamente a la materia.

Más adelante concluye estas reflexiones escribiendo:

[...] mi confianza en la reflexión equivale, finalmente, a asumir el hecho de la temporalidad y el mundo como cuadro invariable de toda ilusión y de toda desilusión: yo no me conozco más que en mi inherencia al tiempo y al mundo.


V- Buda, hace 2500años, en sus primeras enseñanzas (sutras) destacó que las ilusiones son las que constituyen el principal andamiaje de la ignorancia, siendo ésta la matriz de todos los sufrimientos. Invitaba ,para salir de sus tramas, reconocer, sencillamente, que lo que es, es y que lo que no es, no es.Que lo que está es aquello que está y que lo que no está, no está. Establecía la radicalidad del plano de inmanencia.

VI-   Amanece, la calandria canta
        comienza un nuevo invierno.
        Finalmente la nieve me cubrirá.




Arturo Emilio Sala.

Sincronización cardiorespiratoria durante la meditación zen.

Sincronización cardiorespiratoria durante la meditación zen

Compartimos con Teilhard de Chardin

Escribió en  el canto final  de su obra Le Christique :

La Energía se hace Presencia. Y ante el hombre se descubre, se abre la posibilidad, no sólo de creer y de esperar, sino de amar, co-extensiva y co-orgánicamente, con todo el pasado, el presente y el futuro de un Universo en vías de concentración sobre sí mismo.[...] ¿Por qué me veo incapaz, cuando me lo piden, de citar un solo autor, un solo escrito donde se reconozca, claramente expesada, la maravillosa "Diafanía" que lo ha transfigurado todo ante mis ojos?

La ciencia contemporánea lo ha rescatado del destierro al que se vió sometido en su época. Con otras palabras la comprensión de la complejidad evolutiva y los conocimientos alcanzados por las neurociencias tornan, día a día, más diáfanas las sombras de nuestro ser.


Pierre Teilhard de Chardin

miércoles, 11 de enero de 2012

Orientaciones básicas para la iniciación a la práctica de la contemplación.

Según las recomendaciones del maestro Dogen en su obra Fukanzazengi. (1200 - 1253)




“La primera respiración de zazen es la última respiración de tu vieja vida; la última respiración de zazen es la primera de tu nueva vida”.

Daigyo Moriyama Roshi 




Para la práctica: 

  • Usar ropas cómodas, preferentemente oscuras. 
  • La supuesta transparencia de los colores claros suele encubrir en sus pliegues al ego. 
  • La contemplación se basa en reducirlo al tamaño de un grano de arroz, potencialmente transparente. 
  • Elegir un lugar silencioso.


Con respecto a la postura: 

Colocar la mano derecha sobre el pie izquierdo y la mano izquierda sobre la palma derecha, los dedos pulgares se tocan ligeramente. El mudra –que tal nombre llevaba las simbólicas corporales específicas– representa el cuidado sutil que el propio mundo requiere.

Sentarse con la columna erguida, ni inclinado para la izquierda ni para la derecha, ni para adelante ni para atrás, los hombros hacia atrás y relajados, bajando la barbilla.

En la postura, la firmeza de una montaña, con la columna derecha, como si con la cabeza se estuviese sosteniendo el cielo y con el cóccix manteniendo la tierra en su lugar.

Las orejas deben estar en el mismo plano que los hombros y la nariz en la línea del ombligo.

La lengua relajada contra el velo del paladar superior, se cierra suavemente la boca, el maxilar inferior relajado.

Los ojos entornados mirando en ángulo de 45º al zócalo.

Abiertos remiten al futuro, cerrados lo hacen al pasado, entornados nos sitúan aquí y ahora.

Relajan la visión central y expanden la periférica.

Se vacían los pulmones, de los viejos aires, por la boca y se respira serenamente a través de la nariz.

La respiración durante zazen es serena. A tal punto que si colocamos una hoja de papel de arroz delante de la nariz, ésta no se mueve.

La respiración durante la contemplación es lo que podríamos llamar respiración profunda. Es aquella que se realiza desde el hara. Es el punto situado dos centímetros sobre el pubis. Que da apertura al kikai tanden, u océano de las emociones. Es decir aquel lugar ocupado por el sacro, tal vez por algo llamado así.

La respiración desde el hara nos invita a inspirar de forma relajada y pausada desde nuestro abdomen, pasando por el diafragma, hasta que naturalmente se van llenando los pulmones y exhalamos.

Le prestamos atención a la exhalación, que es pausada y más prolongada que la inhalación. Devolvemos con respeto aquello que nos fue donado por el universo, el oxígeno.


Algunas técnicas para mantener la tensión en la práctica: 

En la travesía de la contemplación nos ayudaremos con los siguientes recursos.

Para mantener el ritmo de la respiración y la dificil concentración inicial previa a la contemplación, puede contarse de uno a diez en la inspiración y en la expiración.

No hay formas en el zazen fuera de la postura, lo opuesto es la impostura. Hay variaciones individuales. Cada uno realiza el aporte desde su experiencia.

Sentado o parado, acostado o a punto de partir al silencio eterno el zazen es la postura, no importa cuál sea la elegida.

Estemos atentos, es el momento de discernir. Cuando hay agitación mental la postura y la respiración se modifican.

Ante estas situaciones nos sentamos con la columna recta o estamos haciendo un tipo de respiración corta o poco profunda, nos esforzamos.

Aquí el ego está en acción, "tenemos que ser los mejores en la práctica". De tal modo la atención deambula con los pensamientos, vamos del pasado al futuro y del futuro al pasado. Los pensamientos son como monos que saltan de rama en rama.


Recomendamos:

Inahalar y expirar suavemente por la nariz, revisar el mudra de las manos. Este es el tablero de comando que nos indica el estado de nuestra interioridad.


Práctica del pensar en no-pensar.

Se trata de dejar de lado nuestros apegos, abrirnos a la fertilidad del vacío. Clave para la expansión de nuestra conciencia.

No debemos permitir que los pensamientos nos atrapen, menos aún luchar contra ellos. Simplemente dejarlos que aparezcan, sin hacer el esfuerzo de escapar de ellos, que aparezcan y desaparezcan libremente.

Antonio Damasio en su obra “En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos.” (Barcelona, Crítica, 2003, p.309) destaca: 

[…] de conformidad con nuestra discusión sobre las relaciones entre la mente y el cuerpo, quizá sea correcto que la mayoría de formas de experiencia espiritual requieran una configuración particular del cuerpo, y dependa en realidad de que el cuerpo esté activamente situado en un determinado modo.


La práctica de la contemplación. 

Requiere de un lugar silencioso y de un almohadón redondo, llamado zafu en japonés, de aproximadamente 26 a 30 centímetros de diámetro y 14 a 20 centímetros de altura, la que dependerá la estructura física de cada practicante.

Será colocado sobre un rectángulo de 70 x 70 cm y dos a cuatro centímetros de alto, en japonés llamado zabutón.

Se ubicará a una distancia de un metro, a un metro y medio de la pared, cuidando de permanecer alineado con los practicantes vecino.

Nos paramos frente al zafu y llevamos las palmas de las manos juntas a la altura aproximada de la punta de la nariz.


 
Esta posición de las manos se llama gassho.

En gassho inclinamos el cuerpo desde el tronco hacia delante en dirección al zafu. Retomando la postura con las manos giramos hacia la derecha, en el sentido de las agujas del reloj. 

Repetimos el saludo en dirección al dojo y a nuestros compañeros, o simplemente a una flor que puede acompañarnos.





Luego nos sentamos en el zafu mirando a la pared. Tenemos en cuenta de no hacerlo en el centro del zafu, sino un poco desplazados hacia la parte delantera.

De esta manera cuando logremos la postura de zazen obtendremos un firme apoyo formando un trípode con la cola levantada sobre el zafu y las dos rodillas apoyadas en el zabutón o estera.






Posturas para la práctica de la contemplación.

Las manos se colocan en regazo formando el Maha Mudra, o gran forma. Como será indicado a continuación.





Los dedos pulgares se tocan ligeramente como si estuvieran sosteniendo un delicado papel de arroz.
La posición de las manos no deben forman ni valle ni montaña, sino sintetizar a ambos en un perfecto óvalo.





Posición de loto. 











Medio loto / Cuarto de loto















Postura Birmana
sentado con ambos pies tocando el zabutón













Otra posición:



Coloca lateralmente varios zafus uno sobre otro (la parte más ancha del cojín va desde la parte trasera a la delantera del zabutón) y sientate sobre ellos. 

Arrodillado sobre el zabutón se coloca un zafu sobre las pantorrillas y se sienta sobre él.


Observaciones:

No esforzarse nunca y evitar cualquier exceso que pueda lesionarnos. Antes de llegar a tal extremo es preferible sentarse en una postura más sencilla, por ejemplo en una silla.

Solicitar asistencia de coordinador ante cualquier dificultad colocando las manos en gassho.

Al terminar zazen, se saluda en gassho y llevamos las manos palmas arriba sobre las rodillas moviendo suavemente el cuerpo de izquierda a derecha de menor a mayor, teniendo cuidado de no levantarnos bruscamente al salir de la postura.

Una vez de pie se reacomoda la forma del zafu y se repiten los saludos iniciales.

Colocamos las manos a la altura del pecho en shashu: el dedo pulgar de la mano izquierda en el centro de la palma y cerramos la mano formando un puño cubriéndolo de costado con la mano derecha.

Ubicamos las manos a la altura aproximada de dos centímetros por debajo de la punta del esternón manteniendo los codos en línea recta . Y con las manos en esta posición nos retiramos del dojo saliendo con el pie derecho. 

En general dentro del ámbito de la práctica se camina en shashu.

La marcha de kin hin se realiza con la misma posición de manos.

Kin hin significa contemplar en el camino.

Somos concientes de cada paso.

Nuestra mente no piensa, sólo camina.

No huye hacia el pasado ni deambula hacia el futuro. Marcha serena hacia el silencio infinito.

Se camina sin prisa, un paso hacia la vida al inhalar, un paso hacia la muerte al exahalar.

Maurice Béjart sostenía que la marcha de kin hin representa el moviemiento clave de todos los pasos de todas las danzas.

Es el paso de todas las artes marciales budistas, sólo de defensa, de mano abierta y de disponibilidad absoluta.

Es como el andar silencioso del tigre en el bosque de sándalos.

Es el paso del dragón sobre el mar antes de echar a volar hacia la vacía fertilidad del universo.

El Maestro Dogen dice: "Buda es su propio yo verdadero". Es decir que, cuando reverenciamos una estatua de Buda, estamos reconociando nuestra propia condición iluminada, simplemente por haber recorrido el largo viaje evolutivo de 3.600 millones de años.

Todo lo hasta aquí indicado no tiene ninguna pretensión religiosa, aunque el coordinador lo sea.

Se trata simplemente de orientaciones que apuntan a la integración neurobiológica según las últimas investigaciones en neurociencias tal como han sido informadas en este espacio.





Arturo Emilio Sala

Los múltiples lenguajes.

Gregory Bateson
Esta fría noche invernal me trae el recuerdo de ese gran naturalista que fue Goethe cuando recomendaba en magistral fórmula:

Si quieres poner tu planta en lo infinito recorre lo infinito en todas las direcciones.

El viento y las aguas nieves no dejan de fluir, simplemente milenarios. Es en ellos donde encontramos el susurro profundo de múltiples gramáticas.

Lenguajes de rocas y minerales, de vegetales, pólenes, fósiles, sedimentos. Huellas y sombras de la evolución correteando, abriendo surcos ancestrales por los infinitos intersticios de la vida.

Encallado en la tranquila finitud o en la eternidad de cada uno de ellos podemos encontrar, si estamos atentos y abiertos al milagro de la eficacia reproductiva y de las infinitas modalidades de la perfomance adaptativa , el sentido del largo viaje de nuestro mundo.

Se me acerca el viejo Hermes Trimegisto y me sugiere compartir con ustedes su célebre fragmento de la "Tabla de Esmeralda":

Todo lo que está arriba es igual a todo lo que está abajo
Todo lo que está abajo es igual a todo lo que está arriba
Es que todo no hace más que marcarnos la maravillosa
unidad del Todo.

El gran antropólogo Gregory Bateson dirá la "pauta que conecta".

Olvidamos, o no reconocemos, que los lenguajes en los que expresamos nuestros valores, dichas e infortunios nacieron hermanados ancestralmente en los vientres de un espacio líquido, que se consolidaba –por los azares del misterio– en masas vaporosas, aguas, fulgores crómáticos destellados por radiaciones cósmicas y lluvias de estrellas, sideritos, condritos y otras masas minerales que convulsionaban las aguas que todo cubrían.



Se poblaba el abismo, en los agujeros de la nada florecían, despaciosamente y sin pausa, corpúsculos vitales; caldos prebióticos que darían orígen a las proteínas y a los ácidos nucleicos.

Los protobiontes venían danzando por las eternas noches. Un biólogo, Michael Russell en el año 2006 (American Scientist,Vol.,94-Nº1,pp.32-39) logró desenmascararlos, se hacían llamar Urschleim, cuando en realidad serían: carbono70 – hidrógeno129 – oxígeno65 – nitrógeno10 – fósforo (hierro, manganeso, niquel, cobalto, zinc) azufre.

Emergían las moradas primeras de la vida en expansión, la que desde esos momentos ya mostraba su sello indeleble, la calidad de su ser, esa extraña y milagrosa obsesión por mutar, por extenderse a nuevos ámbitos, a establecer nupcias con cuanto espacio se le presentase libre para adaptarse, proseguir o extinguirse.

Costumbres evolutivas que nos fueron entretejiendo en hermandades prolíficas que podemos reconocer en cada gota sudorada por nuestros cuerpos. En ellas se mantiene viva la voz de nuestro ser naturaleza haciéndose humanidad.

El sudor y la sangre conservan la impronta de los mares primordiales, donde tintóreos calamares que emitían densas nubes de tinta luminiscente y masas celulares vivían en una solución de sales, soles y radiaciones, nutricia para la mayoría de las especies que por allí se venían perfilando.

La obligada salida de los ambientes marinos por esa compulsión de la tierra por emerger hacia lo alto, forzó a las células a llevarse el mar consigo, diseñando membranas que permitiesen el vital fluir de las sales. Comenzaba la época de las praderas, alfombra nutritiva para el futuro desarrollo de los mamíferos.

Entre la mar océano y los roquedales se encuentran –transicionales– las lagunas. Ellas fueron los antros de fermentación, los calderos de corrupciones biológicas que hicieron que seres hambrientos de oxígeno desarrollaran branquias que les permitiesen acompañar a la tierra en su expansión territorial. Apertura acelerada de múltiples metamorfosis posibles por venir ya signadas por el desarrollo de un peculiar sistema de aposentamiento y orientación. Fueron las células nerviosas y los circuitos neurales que emplean moléculas específicas y diseñan sistemas de señales utilizados por bacterias y levaduras, gusanos, moscas, caracoles, fox-terriers y antropólogos.

Céfalos con ancestrales y complejas retinas comparables a la de los vertebrados y encéfalos más diferenciados comenzaron a organizar sus correrías por los ambientes que se les iban presentando. Nuevas galaxias al interior de cada ser, constelaciones moleculares semejantes a las que hoy empleamos para elegir y decidir qué vida queremos vivir. Ya nuestro cerebro venía haciendo de cada uno de nosotros un peregrino ancestral de 3.600 millones de años.

Sí, existen tantos lenguajes como formas de manifestarse tenga la naturaleza, o ese pliegue modificante de ella que somos nosotros. Entrenarnos para ser capaces de interpretar las múltiples lecturas, las múltiples escuchas y poder enhebrar las diversas visiones que el mundo ofrece nos permitirá discernir las significaciones valorativas que nos orientarán en los senderos de nuestro cotidiano andar, enriqueciendo nuestra interioridad, es decir, la calidad de nuestro ser.

Escribió Octavio Paz: 

El poeta no es un hombre rico en palabras muertas, sino en voces vivas. 

Los lenguajes literarios, al igual que los múltiples lenguajes de la naturaleza, cumplen con la función de recentrar al hombre consigo mismo, con sus semejantes y con el universo.

Ya es entrada la noche, las lechuzas del bosque de acacias levantan su vuelo, el resto de las aves se acolchona en su plumaje.

Releo el "El azar y la necesidad" de Jacques Monod:

El hombre sabe que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, de la que ha surgido por azar. Su deber, como su destino, no está escrito en ningún lugar. Le corresponde a él elegir entre el Reino y las Tinieblas. (Tusquets, Barcelona,1989)


Arturo Emilio Sala

martes, 10 de enero de 2012

Contemplación. El camino olvidado por los cristianos.

Una entrevista a Willigis Jäger O.S.B. Abad benedictino, a la vez que maestro Zen, discípulo de Yamada Roshi.


Willigis Jäger
¿Cómo definiría usted la contemplación?


En el cristianismo, durante toda la Edad Media, se utilizó el término "contemplación" para el sendero que conduce a la experiencia de lo divino. Diferenciamos entre tres grados en la oración cristiana:


1.- La oración verbal: oratio.

2.- La oración meditativa: meditatio.

3.- La oración contemplativa: contemplatio.

La última forma de oración se enseñó hasta bien entrada la Alta Edad Media.





¿Quiénes la practicaban?

Los grandes místicos de Occidente, como por ejemplo, Casiano, Evagrio Pontico, Dionisio Aeropagita, Buenaventura, el maestro Eckhart, Hugo de san Victor, los autores de la "Filocalia" y de la "Nube del no-saber", Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y Madame Guyon entre otros.


¿Cual es la diferencia entre meditación y contemplación?


Hoy en día, lamentablemente, ya no se utilizan estos dos términos en sus formas originales. La meditación, según la clasificación tradicional, se refiere a los dones intelectuales y sensuales del ser humano: la razón, los sentimientos y los sentidos, ocupándose de imágenes, palabras y metáforas que estimulan las potencias del alma.

Los que se encaminan a la contemplación han de dejar atrás la meditación durante este ejercicio. Por otro lado, se da por supuesto que los que se dediquen a la contemplación ya han practicado intensamente las otras dos formas de oración. La contemplación únicamente es posible cuando queden calladas la razón, la memoria y la voluntad. Todas las potencias del alma están aquí pasivas. Ninguna idea o contenido serán admitidos, incluso habrá que abandonar todas las visiones, pensamientos e ideas religiosas.

Contemplación es un "puro mirar"; algo le va sucediendo al orante. Se trata de despertar el verdadero ser divino.


¿Qué tipo de instrucción para la oración contemplativa dieron los anteriormente citados místicos?

San Juan de la Cruz, en su libro "Llama de amor viva" (III,36) escribe, por ejemplo, que en cuanto el alma comience a entrar en ese estado sencillo y sereno de la contemplación, agotándosele la meditación, nunca deber intentar figurarse cualesquiera meditaciones o agarrarse a consolaciones espirituales.


¿Cómo ve Ud. los caminos espirituales de Oriente?

Los caminos de Oriente, como son el Vipassana, el Zen, y algunas formas de Yoga, tienen un gran parecido con la contemplación. Las instrucciones básicas se asemejan mucho. La contemplación, en su sentido puro, es un camino paralelo a dichas formas orientales y, en mi opinión, debería volver a utilizarse este término en su concepto clásico dentro del ámbito cristiano.



Háblenos un poco más de las clasificaciones de la oración cristiana.

Bien, pues tenemos, además, la clasificación de la oración apofática y de la catafática (apo=fuera; kata=correspondiente; phatis=discurso, palabra). La espiritualidad catafática utiliza contenidos de la consciencia, o sea, imágenes, símbolos, ideas, conceptos, creyendo que el ser humano los necesita para poder acercarse a Dios.

La espiritualidad apofática equivale a la contemplación, siendo orientada a la consciencia pura, vacía, con el fin de que lo divino pueda llegar a manifestarse en ella. Los contenidos se consideran aquí un obstáculo. Mientras la consciencia quede apegada a imágenes o conceptos, aún no se ha llegado allí donde tiene lugar la verdadera experiencia de Dios, pues éstos oscurecen lo divino.


En su opinión, ¿hay muchos cristianos que practican la contemplación?

La gran mayoría de los cristianos, igual que la mayoría de las personas de las demás grandes religiones, va por el camino catafático, o sea, se sirve de imágenes, ideas, palabras. Por esto, la espiritualidad catafática desempeña un papel fundamental en todas las religiones. Y éstas necesitan las imágenes, los conceptos, porque sin ellos no se puede comunicar ninguna fe; pero, por otro lado, se corre el peligro de conferirles demasiada importancia.

¿Quiénes están llamados al camino de la contemplación?

En los últimos siglos se creyó que solamente "algunas personas escogidas" eran aptas para tener una experiencia mística y, hasta hace muy poco, en los mismos conventos fue necesario tener un permiso especial para poder leer los escritos de San Juan de la Cruz o del maestro Eckhart.

San Juan de la Cruz escribe en el prólogo a la "Subida al Monte Carmelo" que está convencido que todo el mundo posee las condiciones necesarias para ello, puesto que luz de la contemplación nunca le falta al alma, pero que debido a las imágenes creadas y a los velos que la tapan el alma, no entran en ella.

Para Luis Blosius, benedictino del siglo XIV de Francia, el estado de la contemplación es, por lo menos para todo religioso, lo más natural del mundo. Y llega a decir que si esta perfección le parece demasiado alta a alguien, esa persona, para él, no es ningún monje.



¿Cree Usted que la contemplación es lo suficientemente conocida entre los guías y directores espirituales cristianos?


No, lamentablemente no, y habrá que preguntarse el motivo. Sorprende, por ejemplo, ver que en todas las publicaciones con motivo del 400 aniversario de San Juan de la Cruz (1591-1991), no se encuentra nada referente a la práctica de su camino de contemplación. Hoy día, muchos cristianos se dirigen hacia Oriente en busca de caminos porque en la cristianismo no encuentran las instrucciones necesarias.


¿Nos puede decir algo más acerca de las prácticas tradicionales cristianas?


Hay ciertas estructuras básicas en la mística que son iguales en todas las religiones. O bien se recomienda la concentración de la consciencia mediante una imagen, un sonido, una palabra, la respiración, la luz, o sea, mediante un contenido como foco donde se concentre la consciencia, o bien la mantienen libre de cualquier contenido o estructura, ya sea ésta de índole material, psíquica o intelectual.


Los monjes, desde siempre, han conocido la interiorización con ayuda de la respiración. Recomiendo a este respecto la lectura del libro La Filocalia que describe la vida oracional de los monjes de la Iglesia Oriental.



Aparte de esto, siempre se ha considerado importantísimo sentarse durante largos períodos en quietud. Esto podrá hacerse en un banco de una iglesia, en casa en una silla, en un banquillo, o sobre los talones. El citado libro de la Filocalia también describe este ejercicio.

El autor anónimo de "La Nube del No Saber" (Edic. Paulinas), en los capítulos 7,36,37 y 39, da instrucciones para el uso de la palabra en la contemplación.

La contemplación cristiana siempre va acompañada de entrega y amor (caridad). Nuevamente remito aquí al libro de la “Nube del no saber”, cuyo autor recomienda cargar la palabra con entrega, amor y confianza.

Referente al ejercicio del vaciamiento de la consciencia, el autor de la "Nube del no saber" habla de la percepción del propio ser. En el transcurso del ejercicio, se llegar a percibir un fondo donde harán su apariencia pensamientos, sentimientos e intenciones.

Los pensamientos y los sentimientos se originan allí, pero no son el fondo más profundo. El citado autor denomina este fondo el Ser. Sus instrucciones a este respecto me parecen ser las más importantes de su libro.

La meta siempre consiste en el vaciamiento de la consciencia, pero no por el vacío en sí, sino porque tan sólo en el vacío podrá manifestarse genuinamente la plenitud de Dios, pues el ojo tendrá que ser incoloro para poder mirar el color auténtico. Uno se desprende de pensamientos, sentimientos e impulsos de la voluntad.

El ser humano se parece a un espejo que refleja todo sin identificarse con nada.

La meta consiste en abandonar el yo para experimentar exclusivamente el Ser de Dios. Las instrucciones siguen siendo las mismas que antes: ¡Mantente en el ejercicio! ¡Húndete en él! Entonces podrás recibir el don de la experiencia. Una auténtica experiencia mística es algo que nos ocurre, nunca la podremos producir.


¿Nos podría decir algo acerca del camino de la contemplación de los Padres del Desierto?

El Padre Juan Casiano resume el sendero de la oración contemplativa con las palabras "pureza de corazón". Corazón, para él, es la capacidad básica del conocimiento, mejor dicho, de la experiencia.

La experiencia no se alcanza con el discurrir o por medio de palabras que se queden en la memoria. El camino a la experiencia llega a través del saber del camino, a través de la práctica.

De entre los Padres del Desierto destaca sobre todo el monje Evagrio Póntico, quién ha influido grandemente en la mística cristiana. El centro de la contemplación siempre lo constituye la ausencia de imágenes e ideas, Evagrio dice al respecto: "Cuando ores no te imagines a la divinidad bajo una misma imagen. Mantén tu mente libre de cualesquiera formas y acércate al Ser inmaterial sin ninguna materia, pues únicamente así lo conocerás".

El camino del ejercicio consiste en la transformación y maduración hacia alcanzar un estado mental completamente receptivo. Casiano critica a los monjes que no saben orar sin representarse algún tipo de imagen.