martes, 3 de enero de 2012

Las galaxias en el universo interior.



“En el principio fue la acción.”

“La energía de la rocas eleva mi alma y le da solidez.”
Goethe

"Y la madre tierra se estremece regiamente en su incesante procrear."
Hermann Hesse








Variaciones pequeñísimas en las condiciones iniciales pueden dar insospechados resultados. La evolución del universo y de la vida terrestre respondió a la acción del caos y de sistemas complejos, sin embargo sus estrategias adaptativas fueron y son económicas y sencillas.

Antes de iniciar un viaje todos sabemos que es importante tener idea de dónde salimos y por dónde vamos a ir. Ser peregrinos hacia nuestra propia interioridad, como es el caso, nos exige conocer dónde poner nuestros pies, saber con qué rocas podemos tropezar, qué agua hemos de beber y cuál es el oxígeno que la vida nos regala en cada inhalación, y que devolvemos en cada exhalación.

Hermann Hesse ha escrito: “También para nosotros los caminantes todos los caminos conducen a casa[1]. A la casa interior, aquella que los filósofos medievales llamaban la domus diminuta, contenida en la domus amplissima, el Universo.

Por otra parte es bueno tener en cuenta que San Francisco fue un poeta que anticipó la poesía del conocimiento científico actual cuando hablaba del Hermano Sol y de la Hermana Luna. Carl Sagan lo expresó con precisión cuando nos definió como “polvo de estrellas”, sin embargo es importante reconocer que el 90% de nuestro universo está compuesto de la llamada materia oscura y aún no sabemos de qué se trata.

A pesar de ello, y de eso sí estamos seguros, en el Universo y en la vida son muchas más las cosas que nos unen que aquellas que nos diferencian.

El físico Erwin Schrodinger[2] se refiere a las metáforas empleadas para hablar sobre la materia, el origen cósmico y la construcción de estrellas y galaxias, a la biología molecular y a la paleontología como aquellas “que permiten organizar el plano del arquitecto, la destreza del constructor, y todo ello puesto en juego al mismo tiempo

Los astrofísicos contemporáneos, como sus pares mayas, aztecas y súmeros, hablarán hoy como lo hacían ellos ayer, de energías oscuras y densas, aún desconocidas, que tienen al universo en constante expansión hacia un más allá impensable.

Espacios por los que entre bosques de constelaciones, galaxias, super novas, agujeros negros, densidades extremas y caóticos plasmas estelares, en la llamada sopa primordial, ya palpitaban las pulsaciones de las medusas y de nuestros futuros corazones.

San Juan en el Cántico Espiritual nos dirá: “Dios crió todas las cosas dándoles el ser de nada”. (1,18.)

Las aves con sus danzas en las brisas nos brindan conmovedores testimonios de la prodigiosa riqueza del universo que habitamos; cormoranes, avutardas y gaviotas guían en la búsqueda de los fermentos de las cósmicas levaduras gracias a las cuales las aves y nosotros pudimos surgir de la caótica materia primordial.

Alados y ligeros los pájaros dan cuenta, hasta en los confines del mundo, del gigantesco movimiento perpetuo de expansión cósmica que nos arrastra hacia lejanas galaxias, en las cuales mediante la astronomía, la física, la química y la biología están hoy los científicos en condiciones de identificar algunos de esos fermentos primordiales con los cuales comenzaron las primeras construcciones desde la nada.

Tras los velos que llenan de misterio la mirada de los poetas:


Comienzan a sentirse las puras vibraciones del corazón de los astros, de las plantas y de las bestias y del corazón sagrado de la materia que sólo es inerte porque se presta a ser domada hasta el no-ser para servir. Y también el tiempo primero que cae y desciende rescatado de cada cosa. El mar sin límite de las vibraciones de la vida y su corazón primero. Un cáliz donde toda vibración se transforma y la materia es redimida de su servidumbre, donde el tiempo es consumido y se hace instante, como si ese Dios desconocido del que me han hablado llamara hacia sí irresistiblemente, abismo donde toda vibración, todo latido, entra para pasar a ser vida. Cáliz y abismo donde el instante deja de ser grano de arena; es germen, fuego, luz. Suceso que no pasa.[3]

La ciencia en su lenta construcción nunca podrá contar con repuestas definitivas sino con vigorosos hilos conductores, con líneas directrices que están en el centro de las investigaciones contemporáneas, ellas han demostrado contundentemente que nada de lo que ocurre deja de estar entretejido, sea en el universo, sea en la configuración o diseño de nuestro cuerpo y dentro de él especialmente en el interior de la “galaxia mente”.

La vieja y hermética aseveración de que todo tiene que ver con todo en los tableros de la complejidad, sea en las minúsculas galaxias azuladas, situadas a unos diez mil millones de años luz, prácticamente en los confines del universo observable[4]; sea en asteroides, planetas, estrellas y agujeros negros por un lado y de moléculas, átomos nucleones, quarks, aminoácidos, proteínas, ADN, y neurotransmisores por el otro, forman parte de la construcción de nuestras historias individuales, en las que se aúnan como en la danza de Shiva el espacio de Einstein y los cielos de Van Gogh[5] junto con los zorzales que me hicieron el milagroso regalo de anidar para navidad en el jardín de mi estudio, desde donde en el instante en que esto escribo ellos observan que yo los observo y una vez más lo alto y lejano se expande en lo bajo y cercano en las infinitas construcciones de sentido, las que Baruch Spinoza “... encontrará en el asiduo manuscrito que aguarda, ya cargado de infinito”.

La construcción del universo comienza, según Hesíodo, con una despiadada guerra entre dioses y titanes, luego de una terrible hecatombe los últimos son vencidos y entonces los hombres pueden entrar a la Tierra.

La metáfora científica de la cosmología contemporánea cuenta algo semejante: en los tres primeros segundos el universo está poblado de materia, constructiva y por lo tanto diremos que buena o divina, y de antimateria, oposición destructiva dispuesta a la aniquilación total de todo lo que de la nada absoluta pudiese emerger o mínimamente configurarse.

En aquellos comienzos la cantidad de materia se correspondía exactamente con la de antimateria; si esa relación de energías se hubiese mantenido, la totalidad de la llamada masa cósmica se habría transformado en luz, solamente en una inmensa luz que hubiese mantenido al universo absolutamente vacío y carente de fertilidad, sin galaxias, nebulosas, ni estrellas.[6]

No es bueno que Él, Dios o Buda estén solos y aburridos, por ello en el universo posterior a los tres primeros minutos la antimateria quedó casi totalmente ausente de él.

Los astrónomos contemporáneos, tratando de correr los velos que Aleph se obstina en mantener, narran que antes de concluido el primer segundo la antimateria se degradó y así al fin pudo la complejidad comenzar a danzar. Se produjo una transición de fase, o cambio de ritmo, pasando a un minueto o transición electro débil.

Cambio de paso realizado por Shiva que al lograr romper la simetría primordial generó un minúsculo y sutil sobrante de materia que en su aniquilación de dos en dos no encontró partenaire negativa y logró obstinarse en no desaparecer.[7]

De esas sobras del segundo fueron construidos los primeros protones y neutrones los que, algo más adelante, producirán átomos en el interior de las estrellas y moléculas en la superficie de los planetas. De tal modo ya estaban listas las materias primas que en la futura tierra concluirían construyendo los “ladrillos” de la evolución vital: los genes de los organismos y los minerales del mundo inorgánico, que ya desde entonces mantendrán sus potentes nupcias. Pero recordemos que siempre desde los fondos de la eternidad lo que legisla es la complejidad, la inestabilidad y la expansión.

La génesis de los átomos presupone un lecho cósmico en el que las estrellas fueron paridas, gracias a orgasmos estelares previos que duraron miles de millones de años. Ritmos eróticos de variadas cadencias imprimieron su sello en el corazón de las estrellas gigantes las que, a pesar de serlo, no soportaron tamaña intensidad y terminaron en explosiones que dispersaron el fruto de tales gestas por el espacio galáctico. Ello contribuyó a la elaboración de los zócalos planetarios lo que representó una etapa fundamental en la aparición de la vida terrestre.

Pensemos que el espacio interestelar estaba saturado de átomos que, por su parte, se hallaban bajo el efecto esterilizador de las radiaciones ionizantes, las que contaban con la capacidad de neutralizar cualquier intento de edificación molecular, por lo cual la vida no hubiese podido fecundar la Tierra.

Era preciso construir las condiciones hospitalarias del planeta, para tornarlo confortable para la aventura de la vida. “Las explosiones y colisiones de cuerpos celestes, en su fría e impersonal brutalidad, pertenecen a nuestra historia antigua, sus talleres se inscriben en la logística de nuestra venida al mundo”.[8]

Sostienen los especialistas que en la naturaleza a cada partícula le corresponde su contraparte negativa. Al electrón negativo lo acompaña el positivo, así existirán protones y antiprotones, neutrones y antineutrones, neutrinos y antineutrinos. Estas oposiciones no son meramente teóricas; tuve el privilegio de asistir a tales confrontaciones en el Tandar, el acelerador de iones pesados de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), allí se fabrican experimentalmente miles de millones de partículas.

Sucede que cuando una de ellas se encuentra con su antipartícula se aniquilan mutuamente transformándose en radiaciones, mientras la masa resultante se convierte en energía luminosa; experiencias que en algunos producen iluminaciones tanto místicas como profanas.

Estos encuentros, ocurridos mucho antes del nacimiento del sistema solar, dejaron los espacios cubiertos de átomos nuevos; el útero en que se construyeron fueron en realidad los corazones estallados de las estrellas. Átomos de carbono, de nitrógeno, de oxígeno y de hidrógeno preñaron entonces a las siderales nebulosidades de astros en gestación; desde los “tres primeros minutos” del big-bang, o gran construcción iban emergiendo de la nada estallidos, expansiones, contracciones, luces y densísimas sombras.[9]

Svante A. Arrhenius, premio Nóbel de Química en 1903 y fundador de la físico-química contemporánea fue el primero en plantear la hipótesis del origen extraterrestre de la vida, la “panespermia” o sembrado vital a través del universo mediante esporas o levaduras portadas en el interior de cometas o meteoritos; sin embargo reconoce el científico que muchas de las hipótesis recientes estaban ya esbozadas en los Principia del “amigo” de Borges, Emmanuel Swedenborg, publicados en 1720.

En 1981 Francis Crick reactualizó el tema y desde entonces las investigaciones han demostrado que las esporas pueden resistir en extremas condiciones de temperatura, aceleración e impacto, razón por la cual nada les impediría realizar un viaje desde, por ejemplo, Marte a la Tierra; hoy son cada vez más los astrofísicos que sostienen que la panespermia podría ser un fenómeno usual de inseminación espacial.

Coincidencia entre las ciencias duras del presente y las poético-contemplativas intuiciones de aquel peculiar maestro de Borges y Marechal, el inefable Macedonio Fernández que, en el traspatio de su vivienda en la calle Sarandí del porteño barrio de Constitución, entrevió - sin llegar a tirarse sobre la gramilla pampeana al mediodía - la resolución de algunos enigmas del universo.

De su voz los discípulos comprendieron que:
"(...) el caso es que las condiciones de formación de la tierra se están y estarán repitiendo dondequiera en lo estelar; si no en la tierra, se estará produciendo la vida en algún mundo; nebulosas con más de 7.000º de temperatura que dentro de trillones de años pasarán al estado atómico cuando los electrones se hayan combinado formando los átomos".[10]

Gracias a los átomos de helio el sol sigue latiendo y las estaciones con sus ciclos realizan la regie de la puesta en danza, vuelo y canto de la vida sobre nuestro planeta. La confirmación experimental realizada contemporáneamente a las predicciones de Einstein y sus colegas por el físico Alain Aspect lleva a reconocer que las interpretaciones meramente mecánicas y reduccionistas de los procesos físicos básicos deben ser finalmente abandonadas y sustituidas por interpretaciones en las que tendrían que primar, a la altura actual de nuestros conocimientos, visiones de un alto grado de interconexión e integración para comprender la dinámica del cambio en los niveles básicos de la realidad física.

Entre las partículas que surgen de estados de unión especiales existe alguna clase de influencia mutua en virtud de la cual permanecen íntimamente conectadas, de manera que ciertas propiedades, como el spín o la polarización, siguen estando correlacionadas por mucha distancia espacial que haya entre las partículas. La causalidad que actúa aquí es una expresión de poderes intrínsecos en los campos de partículas que hacen que el sistema entero se comporte como una unidad. Las partículas no son afectadas por fuerzas externas, sino que ellas mismas son aspectos de un único proceso que se distribuye en el espacio y que cambia en el tiempo según reglas definidas (las de la mecánica cuántica).[11]

Los físicos reconocen en la actualidad que los principios de la mecánica cuántica portan o implican una serie de conexiones profundas, no locales, entre las partículas; así por ejemplo partículas fundamentales como el electrón, el que por no tener partes constitutivas no puede andar suelto por el espacio, no sobrepasan el yoctogramo, el cual equivale a la cuatrimillonésima parte del gramo y constituye el denominado nivel uno de la materia.

Ahora bien, si se dan las condiciones para que el electrón sea tentado a asociarse, puede entonces integrarse en un átomo, como el de hidrógeno, el cual no llegará a alcanzar los mil yoctogramos; pasará entonces a formar parte del nivel dos. Éste ya tiene la libertad de deambular solitario por los inimaginables espacios infinitos o transfinitos y la pulsión combinatoria puede tentarlo a establecer nupcias con otra deambulante entidad y será así construida la molécula, o nivel tres en el proceso constructivo de la materia.

Éstas, más casquivanas, podrán ser tan ligeras como la del agua que llega a pesar no más de un picogramo, la billonésima parte del gramo, o una de ADN integrada por sus bases nitrogenadas (adenina, timina, citosina y guanina), las que en sus infinitos bucles construirán todas las formas que la vida evolutivamente pueda alcanzar. Y ya en este nivel la tentación asociativa y recombinante nos lleva a unidades más complejas llamadas células, las que habiendo alcanzado el título de “Maestro Mayor de Obras” ostentan el nivel cuatro de la materia.

Según la capacidad de negociación que posean pueden, al fin, llegar a constituirse en organismo, desde un tamaño invisible como una bacteria hasta las toneladas de un ungulado, será éste el nivel quinto. Estos organismos al reunirse en sociedades integradas por grupos familiares gestados por una sola madre, pasarán a integrar el sexto nivel de lo material.

Diversas circunstancias vinculadas con la performance adaptativa pueden hacer que bandas de antropoides se organicen en sociedades con diversos grados de complejidad, lo que representará el nivel séptimo en la escala constructiva. Finalmente el octavo nivel será el representado por la civilización.[12]

El gran salto cualitativo se dio no hace más de unos 100 millones de años cuando, según señalan los expertos, algunos integrantes del nivel cinco logran comenzar a tomar cierto tipo de decisiones, a proveerse de planes alternativos ante el fracaso de los diseñados en uso, lo que representa el momento auroral en la construcción de la materia inteligente.

Sin embargo, esta lenta marcha deberá continuar hasta bien trajinado el nivel siete y ya ante el desplegado horizonte de los amaneceres del octavo hasta, hace poco menos de 100.000 años atrás, una parte muy pequeña de materia orgánica inteligente accede al conocimiento y a la capacidad de crear mundos, desarrollando lenguajes y construyendo las infinitas variaciones del habitar la cultura.

Brian Googwin, catedrático de biología de la Milton Keynes Open University del Reino Unido, sostiene que reconocer que los organismos, fuesen los que fuesen, tienen una intencionalidad que resulta de la acción auto complementadora de procesos causales inmanentes, no les confiere solamente una realidad no reducible a sus partes, sino que lo fundamental radicaría en el hecho de que también se crea un espacio para la construcción de las experiencias subjetivas.

Un animal no es meramente un atado de funciones vitales básicas reguladas por un patrón genético, como sostienen los biólogos reduccionistas o todos aquellos que creen que un canario es, simplemente, una piedra con plumas que vuela y canta.

Goodwin habla de una “ciencia de cualidades” y no de las cantidades, que lo es en tanto necesariamente parte de la primera persona del singular, mediante la cual reconoce valores como las experiencias compartidas, como los estados de adquisición de conocimiento participativo, estados que nos unen con el resto de los organismos mediante vínculos de simpatía, reconocimiento, respeto mutuo y altruismo.[13]

Este investigador centra sus investigaciones evolutivas en los procesos morfogenéticos responsables de la construcción de los cimientos de la estructura interna de los organismos, mediante lo que él denomina "atractores en el espacio morfológico", ellos serán quienes especificarán el desarrollo de tejidos y pliegues de capas celulares responsables de la creación de un ojo o una pierna o un órgano de secreción interna, los que representarían el producto de transformaciones espaciales de alta probabilidad, en las construcciones de la materia vital con niveles altos de complejidad.

Poco antes de entrar a la gran sinagoga de Praga, un tendero de la variopinta oferta que por allí se ofrece, puso en mis manos un fragmento de ámbar, resina fósil de 70.000.000 millones de años, que retenía, una bella mariposa que por aquel entonces en anhelante aletear quedó atrapada. Cargada de eternidad se me brindaba cual gota de infinito puesta a la mano en un conmovido andar hacia el macabro campo de Terezín.

Esa noche soñé que unos quinientos años antes de la era cristiana yo era Chuang-Tzu que soñaba que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que dormida en su jaula ambarina, ahora en mis manos, soñaba en las orillas del Moldava con ser Borges.

Poco tiempo después un amigo, conocedor de mis alquímicas obsesiones, me trajo del mismo lugar, aunque no alcanzamos a definir si era del mismo tendero, una gota de ámbar que contenía en su interior una mosquita. “Para que le haga compañía a la mariposa de Chuang-Tzu”, me dijo.

Pasé largas horas observándola con la lupa hasta que no me quedaron dudas que se trataba de una antigua pariente de la drosophila melanogaster, por todos conocida con su familiar nombre de “mosca del vinagre”. La que mirada con una lupa binocular es un ser graciosamente estilizado, de color miel y delicadas alas bellamente filigranadas.

En los laboratorios de biología molecular y evolutiva esta mosquita goza de un alto prestigio y reconocimiento; es que se ha descubierto que compartimos con ella el sesenta por ciento de los genes, lo cual no nos habilita a perseguirnos con la posibilidad de transformarnos en Gregorio Samsa, pues dichos laboratorios no cuentan en su plantel con investigadores de la talla de Kafka; como puede verse no podemos escaparnos del barrio de detrás del reloj de la capital checa.

Los estudios sobre la ambarina drosophila, personaje presente en las revistas científicas de mayor prestigio, demuestran que todos los seres, sean mariposas, mosquitas, biólogos, Borges o nosotros, procederíamos de un único ser que vivía en el cámbrico[14], período al que le tocó en suerte construir los genes llamados HOX, responsables de la maquinaria genética que permite, en los procesos de desarrollo y evolutivos, regir la denominada información posicional.

Es decir, de qué manera, celularmente se construirán los planos anteriores, posteriores, dorsales y ventrales, en los que se incluyen los anales.

Sucede que en la vital construcción de un virus o una bacteria se emplea una célula; todo lo que sucede allí dentro también sucede en una célula de las maripositas o mosquitas, de Asterión, o de Beppo el gato de Borges.

Sin embargo todos ellos y nosotros estamos construidos mediante agrupaciones de millones de células; la cuestión constructiva básica es que un paramecio, una lombriz, yo o los mosquitos portamos algo que fundamentalmente nos diferencia, es decir los planos del diseño que pautan la manera que tendrán las células de organizarse tridimensionalmente en el espacio.

De tal forma construirán en el lugar exacto un ojo, un ala o una cabeza; la responsabilidad del éxito constructivo por el cual yo no tengo un ala en la cabeza y una mosca no tiene dedos en sus patas recae en los genes HOX.

Debemos destacar que todos los seres vivos compartimos el mismo esquema constructivo, sustentado por la dotación genética. El brazo de cualquiera de nosotros se construye de la misma manera que la pata de un coipo o de un oso panda, el gen caudal de la drosophila es el mismo que en los humanos y cumple con la misma función en el diseño de tal escatológica extremidad.[15]

Las investigaciones recientes sobre los genes HOX permiten comprender la estrecha relación entre la genética y los grandes cambios, de forma que permiten el surgimiento de nuevas especies.

Algunos organismos invertebrados como la mosca poseen un solo grupo de tales genes, sin embargo una serie de duplicaciones del grupo completo conocido como HOX ancestral terminó dando lugar a la aparición de los vertebrados; otros genes, de este grupo conocido también como el de los genes maestros, se fueron perdiendo selectivamente en el proceso evolutivo.

Constructivamente el puente colgante sobre la laguna Setúbal o el Golden Gate de San Francisco tienen muchos puntos en común con Rocinante, la vaca Aurora, con Hipólito, el gato de mi vecina, y con manchita, la perrita de Daniel, especialista en huesos con chimichurri.

Sucede que los vertebrados y tales prodigios de las humanas artes mantienen un juego indisociable entre la morfología y la función dependientes de los materiales empleados para su construcción. Mientras que para los arquitectos el diseño debe ajustarse a la función, en las construcciones de nuestra madre natura es la forma la que posibilita la función.

En la vida de un organismo y a lo largo de toda la historia de una especie será la función de una estructura permanentemente puesta a prueba lo que la convierte en el blanco principal de la selección natural. En el marco de la biología del desarrollo la función se encuentra muy restringida por las reglas del cambio de forma, por ello en la evolución sólo se juega con lo que permite la forma.

En este contexto un arquitecto nos dirá que tiene razón la Reina Roja de Alicia a través de los espejos cuando recomienda que “aquí es preciso correr todo lo que puedas para lograr quedarte en el mismo sitio”; pareciera que en la evolución juegan el mismo juego en el cual las especies cambian para no perder la posibilidad de continuar existiendo al ritmo de los cambios que el ambiente va procesando.

Las modificaciones en los organismos se pueden visualizar en la forma, la función y el comportamiento: el colibrí que aleteaba en el árbol de mi casa de vacaciones en Playa Serena, mientras ésto iba escribiendo, es la versión embellecida y empequeñecida, afortunadamente para mí , de un pterodáctilo que logró adaptarse a las presiones y contingencias de su entorno. Trabajo nada desdeñable que realizó a lo largo de millones de años frente a lo efímero de mis intentos por narrarlo.

Los cambios en los sistemas constructivos de la vida a lo largo de su ir haciéndose, ésta que hoy estamos a punto de colapsar por una dementizada razón instrumental, están relacionados con las transformaciones que ha ido procesando, de diversas maneras, el genoma a lo largo de generaciones, gracias a las múltiples mutaciones que se han sucedido en la larga cadena de ADN de las células germinales.

Han existido otras técnicas constructivas como la llamada transmisión horizontal, la cual permite adquirir secuencias nuevas de ADN mediante el traspaso de fragmentos de éste de un organismo a otro a través del sencillo trámite de subirse a un virus y realizar el viaje en él. Verdaderas peregrinaciones experimentando la interioridad.

Otra, bastante común en los diseños evolutivos está basada en la duplicación de genes preexistentes; esta modalidad es capaz de resolver varios problemas dado que un gen codifica una proteína útil, la cual al duplicarse puede decidir mutar y dedicarse a explorar nuevas secuencias lo que le permitirá lograr una nueva función; de tal forma los llamados genes homeóticos podrán producir factores de trascripción, los que serán claves en la especificación del diseño del cuerpo de los animales; entran aquí los genes HOX, nuevamente.

Para nuestra aparición han sido claves otras modalidades que pueden generar especies nuevas, las que operan justo en el momento en que una estructura comienza un nuevo desarrollo o deja de hacerlo; se llaman heterocronías, con ellas se relaciona la construcción de nuestra caja craneana, resultado de un desarrollo mucho más lento que el de nuestros antepasados primates; es por ello que nuestro cráneo adulto se aproxima en tamaño al de un chimpancé bebé.

Con esto estamos diciendo que, evolutivamente, todos los animales hemos recibido en herencia las mismas claves que posibilitan un diseño genético común, de donde los investigadores pueden hoy reparar una falla en los genes de la mosquita con un gen humano; el camino inverso está todavía vedado, aunque teóricamente el gen de la drosophila sería capaz de lograr un reemplazo equivalente en los humanos, tal proceso se encuentra en avanzado estado de experimentación en relación con el mal de Parkinson.

Sucede que los vertebrados tenemos el genoma repetido cuatro veces, moscas y mariposas entre otros delicados insectos no; esto hace que nuestra genética tenga niveles de mayor complejidad, aunque las investigaciones con la mosquita del vinagre son de un alto nivel de sofisticación por el que permiten la realización de experimentos imposibles con otras especies.

De tal manera se ha llegado a determinar que un número alto de genes alterados en la enfermedad de Alzheimer y en diversos tipos de tumores se encuentran en las drosophilas.

Es este orden de cosas lo que lleva al físico David Bohm a plantear que la cuestión es si la materia es más bien burda y mecánica o es cada vez más sutil y se torna indiscernible de lo que denominamos mente, entramos de tal manera de lleno en la construcción humana del mundo.

Las obras del hombre convertidas en mundo, que actúan sobre él y a través de él están engendrando una nueva clase de “naturaleza”, esto es, una necesidad dinámica propia, con la que la libertad humana se confronta.

El cerebro, el cuerpo y el mundo fluctúan de modo permanente en apasionados intercambios, el principio neurobiológico de orientación reforzaría sus capacidades, al integrar una meta pauta de conexión entre los seres consigo mismos, con su corporalidad.

El universo anclado en nuestro cerebro mantiene en común con su lejanísimo progenitor cósmico al infinito, éste no hace referencia al espacio primordial sino a la ilimitada capacidad de construir pensamientos infinitos en la pequeña superficie de nuestros cráneos.

Blaise Pascal escribió, en relación con lo anterior:
"Cuando considero la pequeña duración de mi vida, absorbida en la eternidad que le precede y que le sigue, el pequeño espacio que lleno y aún el que veo, abismado en la infinita inmensidad de los espacios que ignoro y que me ignoran, me espanto y me asombro de verme aquí y no ahí, pues no hay razón para que yo esté aquí y no ahí, ahora y no entonces. ¿Quién me ha puesto? ¿Por orden y conducta de quién este lugar y este tiempo ha sido destinado para mí?"[16]

Al margen del manuscrito en que escribió esta meditación anotó una cita tomada del Libro de la Sabiduría donde leemos: “La esperanza del impío es como una pelusa que lleva el viento, como la espuma que azota la tempestad, como el humo que dispersa el viento y como el recuerdo del huésped de un día que pasa”. Me siento tentado de agregar a continuación un fragmento de otro de sus pensamientos, asociado al ser frágil huésped del cosmos; escribe: “...por el espacio, el universo me comprende y me absorbe como un punto; por el pensamiento, yo lo comprendo”.[17]

En los bordes extremos de los límites transfinitos desde donde llegan los fermentos se encontraría la clave de las infinitas construcciones; Leonardo Da Vinci no sólo lo intuyó sino que lo supo con radical profundidad. Comprendió qué era posible construir con determinados materiales y qué no.

Rotó entonces de la arquitectura a la mecánica, de ésta a la anatomofisiología y de éstas a aquellos residuos inexpresables, por peligrosos para su época o por inasibles por las reglas gramaticales; tal comprensión lo abrumaba y lo llevaba a dejar inconclusas muchas de sus creaciones.

Sin embargo, su mayor descubrimiento, asediado por lo Indecible[18], tuvo que ver con la luz velada y develada por las sombras, lo que le permitió realizar su inefable y alquímica experiencia plástica.

Ejercicio de la transparencia que lo acercaba a la construcción de una Teología de la Belleza. Aquella que expresa la platónica noción de kalokagathia, modo lexical griego de expresar lo bello o lo bueno, de donde se desprendía que si algo era bello y bueno, o viceversa, era de suyo justo.

Claude Bernard, padre del método experimental en ciencias medicas escribió en su obra. “Introduction a l’étude de la médecine expérimentale” (1865): “… me contento con conocer las correlaciones”. Nosotros también.

Recordemos, que a la altura actual de los conocimientos astrofísicos una nueva línea de investigación plantea que nuestro Universo proviene del colapso de otro anterior, el que luego de sufrir una implosión catastrófica alcanzó un punto de máxima densidad y que a partir de allí comenzó a expandirse el que nos dio origen y cuya presencia la encontramos en las lágrimas, en la sangre, en la totalidad de la vida.

Escribió Goethe en lo alto de los Alpes: “En este instante, las fuerzas íntimas de la tierra actúan sobre mí, al mismo tiempo que las influencias del firmamento”.

Para continuar con nuevas estaciones de nuestro viaje a la interioridad es preciso que sigamos con nuestro ser polvo de estrellas que entrelazarán lo genético con el soporte estelar de los minerales. Ellos, los mismos en nuestro planeta, en nuestro cuerpo, en todos los integrantes del gran elenco estelar de nuestra galaxia.

La intimidad de nuestro sufrido planeta está constituida, básicamente por componentes que conocemos con el nombre de minerales.

Veamos asociaciones familiares poco reconocidas, aunque nos acompañan permanentemente durante “…los segundos, los minutos, las horas, los días, los años” según lo expresará el inefable Góngora. Los datos y registros de parientes y allegados son los siguientes:
.
Un mineral es una sustancia inorgánica y natural que posee una composición química definida y una estructura atómica característica.

Una roca es un agregado de minerales en estado sólido. Presentan una amplia gama de composiciones, características físicas y edades.

Una roca determinada está compuesta generalmente por dos o más minerales, normalmente hay otros presentes, sin embargo algunas variedades están compuestas por uno solo.

La mayoría de las rocas son extremadamente antiguas, su origen se remonta a muchos millones de años hacia atrás; sin embargo, en este mismo momento se están formando por la acción volcánica al solidificarse la lava en contacto con la atmósfera.

Las rocas terrestres y las de la corteza de la mayoría de los integrantes de nuestra galaxia se dividen en tres tipos:
- Rocas ígneas
- Rocas sedimentarias
- Rocas metamórficas

A pesar de la amplia variabilidad que se desprende de lo anterior, la composición media de la corteza terrestre está porcentualmente compuesta de ocho elementos, los más abundantes son el:
- Oxígeno 47% y el
- Silicio 28%

Entre ambos, conforman el 75% del total, completado por los siguientes:
- Aluminio
- Hierro
- Calcio
- Sodio
- Potasio
- Magnesio

Geológicamente, los minerales silíceos pueden considerarse los materiales básicos a partir de los cuales se han formado los demás grupos de rocas y mineralizaron, en gran medida, los restos orgánicos llamados fósiles.

Aproximadamente el 99% de las rocas ígneas están formadas por ocho minerales silíceos y el resto lo está por minerales secundarios, aunque su variabilidad es muy grande. Tales rocas surgen de los magmas silíceos formados a muchos kilómetros de profundidad, a elevadas temperaturas -del orden de los 500 a 1.200º C- y presiones 6.000 a 12.000 veces mayores que la presión atmosférica en el nivel del mar. Al enfriarse el magma cerca o en la superficie se produce, bajo ciertas temperaturas y presiones críticas, la cristalización a través de una compleja serie de interacciones. Los ocho elementos mencionados se reúnen en compuestos como cristales individuales de varios minerales silíceos. Las características de las rocas ígneas que están formadas por la cristalización, varían enormemente dependiendo de la composición inicial del magma y del proceso de enfriamiento.

Existen minerales que muestran la misma composición química que otros y, a pesar de ello, son minerales distintos. La causa radica en las diferencias de la llamada red cristalina. Este fenómeno se denomina polimorfismo. Para el aspecto externo y las propiedades físicas de un mineral resulta decisiva su estructura interna, es decir la disposición de sus partículas constitutivas: átomos, iones, moléculas; si esas partículas se ordenan de manera regular se habla de una red en el espacio o de una red cristalina. Los que presentan una red cristalina reciben el nombre de cristalinos, los que carecen de ella, es decir de una ordenación regular de sus partículas, se denominan amorfos. En algunos de ellos ciertos elementos pueden ser sustituidos por otros parecidos, sin que se altere la estructura cristalina ni la estructura química básica, pues el intercambio puede producirse en grados diversos.

Si bien, como hemos visto, los componentes básicos son mínimos, las especies minerales clasificadas llegan a 3.000. Año tras año se descubren nuevas clases y existen varios miles de variedades.


Elementos volátiles

Los magmas desprenden además de rocas silíceas solidificadas elementos volátiles, por encontrarse en estado líquido o gaseoso a temperaturas mucho más bajas que los compuestos silíceos. Estos elementos son de enorme importancia en el origen de la atmósfera y de la hidrosfera. Al separarse del magma cuando éste se enfría y solidifica, ellos pasan a la atmósfera desde los volcanes y desde las corrientes gaseosas a las localizaciones geotermales.

La emanación de tales elementos es la fuente del agua de la hidrosfera, como así también de los gases atmosféricos como el dióxido de carbono, nitrógeno, argón e hidrógeno. Los compuestos de cloro y azufre presentes en las aguas de los océanos son el resultado de dichas emanaciones.

Los magmas silíceos, junto con los elementos volátiles presentes en ellos, nos han proporcionado desde hace seis mil millones de años -edad de nuestra pobre y mal tratada casa originaria-, casi todos los componentes esenciales de la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera. Es decir las condiciones necesarias para respirar, saciar la sed, pescar, remontar barriletes, nadar, navegar y entre todas la actividades posibles tomar mate en equipo.

Los gases volátiles que los magmas volcánicos nos regalan trayéndolos desde las insondables profundidades de nuestra tierra, son los siguientes, cuyos porcentajes detallamos por peso:
- Agua 60%
- Carbono como gas 24%
- Azufre 13%
- Nitrógeno 5,7%
-Argón 0,3%
- Cloro 0,1%
- Hidrógeno 0,004%
- Flúor indicios


Rocas del espacio

Los meteoritos -del latín meteōrus, y este del griego μετέωρος, “fenómeno celeste”-, también llamados aerolitos, son fragmentos sólidos que caen sobre la Tierra. Muchos se convierten en estrellas fugaces al entrar en la atmósfera. Suelen ser pétreos, ferríferos o una combinación de ambos.

Como podemos ver para la arquitectura de la vida en la tierra el Universo aportó los componentes fundamentales. Así, en nuestro interior su presencia constitutiva la encontramos en los minerales, en sus transformaciones y en sus metáforas.

Escribió Goethe en lo alto de los Alpes:
"En este instante, las fuerzas íntimas de la tierra actúan sobre mí, al mismo tiempo que las influencias del firmamento."

Los minerales, memorias potentes de las infinitas y catastróficas transformaciones que se encuentran en nuestro organismo, se dividen en tres grupos:
- macroelementos (que se miden en gramos, y son: sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, cloro y azufre).
- microelementos (que se miden en miligramos, y son: hierro, flúor, yodo, manganeso, cobalto, cobre y cinc).
- oligoelementos (que se miden en microgramos, y son: silicio, níquel, cromo, litio, molibdeno y selenio).

Macroelementos

Sodio
- Se encuentra en el organismo en forma iónica, en su mayor parte en el líquido extracelular. También hay una pequeña parte en el interior de la célula y el resto unido a los componentes inorgánicos de los huesos.
- Junto con el potasio y el cloro, el sodio es uno de los electrolitos más abundantes en el organismo.
- Regula el balance hídrico del organismo e interviene en la transmisión del impulso nervioso a los músculos (bomba de sodio).

Potasio
- Se halla en el organismo en forma iónica y, junto con el sodio y el cloro, son los electrolitos más abundantes en el organismo.
- El 97% actúa intracelularmente y el 3% restante en forma extracelular. Es un regulador del balance hídrico del organismo y participa en la contracción del músculo cardíaco.
- Esta relacionado con el equilibrio ácido base. Aproximadamente el 90% del potasio ingerido es absorbido en el intestino delgado y se elimina a través de la orina.

Calcio
- Es el mineral más abundante del cuerpo humano, representando del 1,5% al 2% del peso corporal, y el cuarto componente del cuerpo después del agua, de las proteínas y de las grasas.
- Se encuentra en los huesos, en los dientes, en la sangre, en los líquidos intersticiales y en las células. El calcio de los huesos y de los dientes desempeña una función plástica y de sostén, y el calcio plasmático una función reguladora.
- Participa en la coagulación y en la permeabilidad de las membranas, como regulador nervioso y neuromuscular,
- Favorece la absorción y la secreción intestinal y la liberación de hormonas.
- Está vinculado al fósforo, ya que la falta o exceso de uno de ellos puede afectar a la absorción del otro.
Fósforo:
- Es el elemento químico que interviene en la mineralización de los huesos y de los dientes.
- Participa en la transmisión de los impulsos nerviosos, en la contracción muscular y en el metabolismo de los azucares, las grasas y las proteínas.
- Interviene en la formación de los huesos y de los dientes, así como del tejido muscular.
- La mayor parte del fósforo del cuerpo se encuentra unida al calcio.
- Esta presente en los organismos de los seres vivos en forma de sales minerales llamadas fosfatos.

Magnesio
- Es el quinto mineral por su abundancia en el organismo y resulta imprescindible para la correcta asimilación del Calcio y de la vitamina C.
- Es necesario para activar numerosas enzimas y las vitaminas del grupo B. Interviene en la síntesis de las proteínas, en la excitabilidad de los músculos y en la liberación de energía.
- Equilibra el sistema nervioso central (acción sedante).
- Aumenta la secreción de la bilis e interviene en la secreción y en la acción de la insulina.

Cloro
- Se encuentra en forma iónica y, junto con el sodio y el potasio, son los electrolitos más abundantes en el organismo.
- Favorece el equilibrio ácido-base y ayuda al hígado en su labor de desintoxicación.
- Interviene en la regulación del balance hídrico del organismo.

Azufre
- Forma parte de compuestos orgánicos como la insulina, la heparina y algunas vitaminas, como la biotina (H) y la tiamina (B1)
- Se lo encuentra en la composición de todos los tejidos, especialmente de la piel, uñas, cabellos y cartílagos.
- Tiene una función neutralizadora de los tóxicos y ayuda al hígado en la secreción de bilis.


Microelementos

Hierro
- Es necesario para la producción de hemoglobina y de glóbulos rojos, forma parte de algunas enzimas que intervienen en el metabolismo celular.

Flúor
- Forma parte de la estructura de los huesos y de los dientes. En los dientes, aumenta la resistencia del esmalte a los ácidos que producen las bacterias de la placa bacteriana, protegiéndoles de la caries.

Yodo
- Es imprescindible para la producción de hormonas tiroideas, interviene en el crecimiento mental y físico, en el funcionamiento de los tejidos nerviosos y musculares y en el metabolismo de otros nutrientes.

Manganeso
- Se encuentra en el organismo participando en la asimilación de las vitaminas C, B1 y H.
- Esta relacionado con la formación de los huesos, con el desarrollo de los tejidos y con la coagulación de la sangre.
- Activa los enzimas que intervienen en la síntesis de las grasas.

Cobalto
- Contribuye a la formación de los glóbulos rojos ya que constituye el núcleo metálico de la vitamina B12 necesaria en la eritropoyesis.

Cobre
- Presente en el plasma, unido a la globulina ceruloplasmina es necesario para convertir el hierro almacenado en el organismo en hemoglobina y para asimilar correctamente el hierro de los alimentos.
- Participa en la asimilación de la vitamina C y forma parte de las oxigenasas, enzimas encargadas de transformar el oxígeno molecular en agua y peróxido de hidrógeno.
- Es fundamental para el desarrollo de huesos, tendones, tejido conectivo y sistema vascular.

Zinc
- Forma parte de los huesos y de numerosas enzimas, la anhidarasa carbónica, la carboxipeptidasa y las deshidrogenasas.
- Interviene en procesos metabólicos como la producción de linfocitos, la síntesis de proteínas y la formación de insulina.


Oligoelementos


Silicio
- Se encuentra -en una proporción de unos 7 gramos de silicio orgánico- presente en los tejidos y sobre todo en el timo, en las paredes vasculares, en las glándulas suprarrenales, en el hígado, en el bazo y en el páncreas. Además, hay unos 5 miligramos/litro de silicio circulante en la sangre.
- Es indispensable para la asimilación del calcio y para la formación y nutrición de los tejidos.

Níquel
- Es necesario para el funcionamiento del páncreas.

Cromo
- Se lo encuentra en cantidades muy pequeñas. Participa en el transporte de proteínas e interviene en el metabolismo del azúcar.

Litio
- Ión metálico fundamental para la regulación del Sistema Nervioso Central. Dos de los efectos más importantes de su presencia son la inhibición de la liberación de noradrenalina y serotonina, y el aumento de la reabsorción de noradrenalina por las terminales presinápticas.
- Los iones de litio son absorbidos por completo en el tracto gastrointestinal y no son metabolizados. Se eliminan, casi en su totalidad, por vía renal.

Molibdeno
- Componente esencial de una coenzima denominada pterina, necesaria para la actividad de otras enzimas muy importantes para el organismo: sulfito oxidasa, aldehido oxidasa y xantina oxidasa. Ayuda a prevenir la anemia y la caries.

Selenio
- Presente en el organismo en pequeñísimas cantidades, tiene propiedades desintoxicantes y es un potente antioxidante (evita la oxidación de los ácidos grasos poliinsaturados en las membranas celulares), por lo que ayuda a prevenir el envejecimiento de los tejidos.
- Se le asocia a la prevención de ciertos tipos de cáncer.
- Protege de enfermedades cardiovasculares y estimula el sistema inmunológico.

Agua
- Es el componente principal de los seres vivos. Un cuerpo humano adulto esta compuesto aproximadamente por un 60% de agua, pudiendo llegar al 80% en el caso de un niño.
- El organismo mantiene el agua en su interior, con un equilibrio perfecto, gracias a los minerales y a las hormonas.
- Un 60% del agua se encuentra en el interior de las células (intracelular) y el resto (extracelular) es la que circula por los vasos sanguíneos (plasma), y la que baña los tejidos.
- En ella tienen lugar las reacciones que nos permiten estar vivos, ya que los enzimas que intervienen en la transformación de las sustancias que utilizamos para obtener energía necesitan un medio acuoso para poder actuar.
- Es el medio por el que se comunican las células de nuestros órganos y por el que se transporta el oxígeno y los nutrientes a los tejidos.
- Es la encargada de retirar los residuos y productos de deshecho del metabolismo celular.
- Gracias al agua podemos regular nuestra temperatura cuando la temperatura exterior es muy elevada, mediante el sudor o a través de las mucosas. El sudor enfría la piel cuando se evapora y ayuda a mantener la temperatura corporal.
- Mantiene blandas las distintas membranas del cuerpo e impide la fricción entre superficies tisulares. Sin un lubricante en el cuerpo, los órganos se pegarían entre sí y se desgarrarían, los huesos se rasparían mutuamente y se astillarían en vez de deslizarse suavemente en las articulaciones, y los músculos perderían su flexibilidad y no funcionarían como deben.

Hoy creamos, gozamos, sufrimos y amamos sobre la superficie terrestre, mientras todos nuestros órganos internos flotan en un océano de fluidos formado principalmente por agua. Agradezcamos que en “el agua tranquila de las noches de amor”[19] fuimos engendrados.

El cosmos
se aloja en nuestro cuerpo
Lloro, cae una estrella.

Esa estrella, al caer en este punto que nos sostiene, entre los 100.000 millones de galaxias y sus miles de millones de hermanas, dio lugar a inusitadas fertilidades caóticas. En manantiales de fango hirviente, en solfataras volcánicas, en pantanos pútridos, en inmensas extensiones saladas. Medios, en definitiva, de esa extrema complejidad en los que comenzaron a brotar los capullos de la vida, de los cuales el más sorprendente de todos será nuestro cerebro.

Este inmenso viaje ha dejado sutiles y microscópicos rasgos, claras huellas e infinidad de senderos recorridos desde entonces por la vida.

Veamos el largo camino realizado, tal como lo señalan las cartografías científicas actuales.
Hace,
- 14.000.000 millones de años: aparición de nuestro Universo
- 4.600 millones de años: formación de la Tierra.
- 4.200 millones de años: aparición de los minerales.
- 3.800 millones de años: formación de las rocas.
- 3.500 millones de años: expansión de las algas verdiazules.
- 2.700 millones de años: desarrollo de las cuencas de minerales de uranio.
- 2.200 millones de años: aparición de las cuencas de minerales de hierro.
- 2.000 millones de años: surgimiento de las células con núcleo.
- 1.000 millones de años: comienzo de la era de las grandes algas.
- 800 millones de años: formación de los grandes sistemas glaciarios.
- 600 millones de años: aparición de los primeros registros de animales fosilizados.

Estas etapas del viaje se clasifican de la siguiente manera:

Era Paleozoica

Cámbrico
-570 millones de años atrás: Aparición de los vertebrados con caparazón rígido.

Ordovícico
-500 millones de años atrás: Expansión de los vertebrados en general.

Silúrico
-435 millones de años atrás, según el siguiente esquema:
Hace 420 millones de años: aparición de plantas terrestres semejantes a los helechos.
Hace 410 millones de años: hacen su aparición los animales terrestres.

Devónico
-370 millones de años atrás: Difusión de bosques y selvas.

Carbonífero
-345 millones de años atrás, según el siguiente esquema:
Hace 340 millones de años: aparecen las plantas con semillas.
Hace 300 millones de años: aparecen los reptiles.

Pérmico
-280 millones de años atrás: irrupción de los mamíferos.

Era Mesozoica

Triásico
-Hace 225 millones de años hacen su aparición los dinosaurios.

Jurásico
-190 millones de años atrás: registro de antepasados de las aves.

Cretácico
-136 millones de años atrás, según el siguiente esquema hace:
-135-65 millones de años: separación de África y América del Sur.
-120 millones de años: formación del océano Atlántico meridional.
- 80 millones de años: separación de América del Norte y de África y Europa.

Era Cenozoica

- 65 millones de años atrás: gran extinción de los dinosaurios.
- 55 millones de años atrás: desarrollo de los mamíferos.
- 30-20 millones de años atrás: formación de los Alpes y el Himalaya.
- 3 millones de años atrás: aparición del género Homo.

Era Neozoica.

Hace:
- 700 mil años, se inician las eras glaciales.
- 100.000 años, los Homo Sapiens se dispersaron por África y Asia oriental.
- 60.000 años, colonizaron Australia
- 40.000 años, entraron en Europa por primera vez.
- 30.000 años, entran al continente americano.
- 20.000 años, las últimas glaciaciones.
- 12.000 años, llegan a Tierra del Fuego.
- 5.000 años, primeros registros escritos.
- Hoy aquí reflexionando: “pequeño sobre la pequeña tierra, /el hombre contempla el universo del que es a la vez juez y víctima”. W. H. Auden

Estamos en la travesía.

Hemos reconocido los territorios fundantes de toda interioridad. De la fenomenología de los orígenes a los genes y de ellos a la asociación con sales, cristales y otros minerales, iremos al encuentro de los capullos de la espiritualidad, es decir, de aquello que seamos capaces de esculpir con nuestras sombras e inquietudes y podemos hacer florecer en nosotros mismos.

Les proponemos reflexionar sobre las asociaciones generadas por lo traído hasta aquí y leer el siguiente fragmento del gran Claude Bernard, padre de la medicina experimental:

"Los cuerpos vivos son compuestos inestables que se desorganizan sin cesar por las influencias cósmicas que les rodean; viven en esta condición, y la muerte se produce por el gasto y la destrucción de la sustancia organizada. Para que la vida siga es necesario que la materia viva que forma los elementos histológicos se renueve constantemente a medida que se descompone, de manera que puede considerarse la causa de la vida como residiendo en la potencia de organización que crea la máquina viviente y repara sus perdidas incesantes.(…) No debe buscarse un antagonismo entre los fenómenos químicos y las manifestaciones vitales; por el contrario, hay un paralelismo perfecto, una ligazón armónica y necesaria".[20]

Diremos, pues, con Descartes: "pensamos metafísicamente, pero vivimos y actuamos físicamente". [21]

Al decir de Bernard:

No se produce en el ser vivo un solo fenómeno cuyas leyes no se rijan fuera de él. De suerte que podríamos decir que todas las manifestaciones de la vida se componen de fuerzas prestadas, en cuanto a su naturaleza, por el mundo cósmico exterior, pero manifestadas tan sólo bajo formas fenoménicas o en disposiciones particulares de la materia organizada.[22] 

Continua el investigador tras la pauta que conecta :


Los cristales rotos o cortados se reparan y cicatrizan mediante una sobreactividad del trabajo de cristalización en el punto en que se produce la reparación. Hay en esto alguna analogía con lo que ocurre con los seres vivientes. La gran diferencia está en que el cristal cicatriza por las fuerzas exteriores y en el medio cósmico ambiente, mientras que el ser vivo, animal o vegetal, cicatriza a expensas de su medio interno, es decir, utilizando materiales que ha preparado el propio organismo.[23]

Para el pensamiento de Claude Bernard nunca se manifiesta la vida sin producirse en el propio ser un doble movimiento de creación y de destrucción orgánica equivalente de manera que no encontramos seres vivos actuando separadamente como creadores de materia orgánica mientras que otros ejercen el papel contrario: de destruirla para restituirla al mundo mineral.[24]

El paleontólogo Loren Eiseley ha escrito sobre el inmenso viaje páginas de gran belleza y profundidad:

Algunas tierras son llanas y miran al sol con una sonrisa tan apacible que parecen eternamente jóvenes, intocadas por el hombre o el tiempo.. Algunas son desgarradas, devastadas y convulsas como los rasgos faciales de una viciosa ancianidad. En ellas las rocas están arrancadas y expuestas a la vista, oscuras fosas reciben el sol, pero no devuelven luz alguna. Hacia una de esas tierras cabalgué, pero atravesando una pradera soleada, intemporal, por donde no pasaba nada más que un antílope o un pájaro errante. En el límite donde esa pradera se detenía ante una vasta y lisa pared de arenisca y arcilla, encontré la grieta. Una estrecha hendidura abierta por algún torrente en su descenso había nacido secretamente-lejos, en el pastizal de la pradera- y había penetrado laboriosamente, cada vez más hondo, en la fina arenisca que, tortuosos caminos, la llevaba hacia el quebrado páramo que se extendía a la distancia. Cabalgué a lo largo de esa grieta hasta llegar a un sitio donde se podía bajar en su interior; desmonté y dejé mi caballo pastando.
La grieta tenía sólo el ancho de un cuerpo humano, y mientras yo descendía trabajosamente, la luz se volvía oscura y verde por la maleza suspendida arriba. Sobre mí, el cielo se convirtió en una angosta ranura de distante azul, y a ambos lados mis manos sentían el frío de la arenisca. (…)Al internarme más y más en ese crepúsculo verde descubrí, incrustado en la sólida arenisca, un cráneo que parecía mirarme. (…) No era, por supuesto, un cráneo humano. Yo había descendido muy, muy por debajo del tiempo de los hombres, a una edad remota, allá por el comienzo del reinado de los mamíferos. Me acuclillé en la angosta cañada y nos miramos, el cráneo y yo, con cierta perplejidad. (…) Probablemente, pensé mientras iniciaba la paciente tarea de picar la piedra alrededor del cráneo, nunca volvería a excavar un fósil en condiciones que me dieran una impresión tan vívida de ser, yo también un fósil. La verdad es que todos somos fósiles en potencia y aún llevamos en el interior de nuestro cuerpo los rudimentos de anteriores existencias, las marcas de un mundo en que las criaturas vivientes fluyen de edad en edad con apenas más consistencia que las nubes.[25]

Sir Arthur Eddington (1882-1944) , padre de la física contemporáneo y maestro de Einstein ha escrito:

Somos creadores de músicas y fabricantes de sueños, que vagamos por desnudos arrecifes y nos sentamos juntos a corrientes desoladas; perdedores, y a la vez salvadores, en este mundo en el que brilla la pálida luna.Y, no obstante, según parece, somos quienes movemos y conmovemos a este mundo para siempre."

Para finalizar les pedimos reflexionar sobre el siguiente fragmento de la introducción a “Las Tablas de Esmeralda” de Hermes Trimegisto:


Todo lo que está arriba es igual a todo lo que está abajo. Todo lo que está abajo es igual a todo lo que está arriba. Todo no hace marcar más que la maravillosa unidad del todo.

A continuación les pedimos someter las conclusiones obtenidas con el fragmento anterior a la siguiente advertencia de Epicteto: “Lo que alarma y perturba al hombre no son las cosas, sino las fantasías y representaciones que éstos tejen en torno a ellas”. ¿Que correlaciones se podrían establecer?



Arturo Emilio Sala





NOTAS
[1] Hesse, H. Peregrinación . En: Obra Completa T.III . Madrid, Aguilar,1967,p.16
[2] Schrodinger, E. What is life? Cambridge: Cambridge University Press, 1992, p. 23
[3] Zambrano, M. De la Aurora, Alción, Córdoba, 1999, pp. 116-119
[4] Recordemos que un año luz equivale a diez billones de kilómetros.
[5] LeShan, L; Margenau, H. El espacio de Einstein y el cielo de Van Gogh: Un paso más allá de la realidad física. Barcelona: Gedisa, 2002.
[6] Fox Keller, E. Lenguaje y vida. Metáforas de la biología en el siglo XX. Buenos Aires: Manantial, 2000.
[7] Weinberg, S. Los tres primeros minutos del Universo. Madrid: Alianza, 1996.
[8] ibid. p. 81
[9] Davies, P. Los últimos tres minutos. Conjeturas acerca del destino final del Universo. Madrid: Debate, 2001
[10] Fernández, M. Cuadernos de todo y nada. Buenos Aires: Corregidor, 1989, p. 55
[11] Goodwin, B. Las manchas del leopardo. La evolución de la complejidad. Barcelona: Tusquets-Metatemas, 1999, p. 212
[12] Wagensberg, J. Ideas para una imaginación impura. 53 reflexiones en su propia sustancia. Barcelona: Tusquets- Metatemas, pp. 135-137.
[13] Goodwin, B. ibid. p. 285
[14] En este período se produce una explosión vital, estalla la vida por doquier; según los paleontólogos duró 70.000.000 de años, hace de ello 570 millones hacia atrás; en su transcurso se produjo la diversificación de las formas animales las que integraron un abanico de siete u ocho grandes líneas evolutivas, las que han conservado hasta ahora las características de sus formas ancestrales. Durante el cámbrico hacen su aparición los animales vertebrados con caparazón rígido.
[15] Moreno, E.; Morata, G. Caudal is the HOX gene that specifies the most posterior Drosophile segment. Nature. 1999 Aug 26; 400 (6747): 873 – 7.
[16] Pascal, B. Pensamientos. Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes-Sudamericana, 1971
[17] ibid. p. 160 (205), p. 216 (348)
[18] López-Baralt; L. Asedios de lo Indecible. Madrid: Trotta, 1998
[19] Goethe: The holy longing.
[20]Bernard, C. Rapport sur les progrés et la marche de la physiologie générale en France. París, Impr. Imperiale, 1867,pp. 187-188
[21] Ibid. La science expérimentale. París Baillière,1878,p. 212
[22] Ibid. Rapport…,pp. 319-320. Debe tenerse presente que no se pueden asimilar los procedimientos fisicoquímicos de los organismos vivos con los propios de la naturaleza mineral, aunque los componentes sean los mismos. Se trata de diferentes contextos de organización.
[23] Ibid. Leçons sur les phénomènes de la vie communs aux animaux et aux végeétaux. París, Baillière,1878-79,p. 345
[24]Ibid. pp.140-150
[25] Eiseley, L. El inmenso viaje. Buenos Aires, Sudamericana,1965;pp.13-15

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